ENCUENTRO VIRTUAL DE LAS HIJAS DE JESÚS DE TODO EL MUNDO
Los medios digitales han permitido lo que no habríamos imaginado hace unos años, encontrarnos todas las comunidades a la vez, saludarnos, conocernos, recordarnos, reflexionar y compartir. De las casi 700 Hijas de Jesús que somos en el mundo estábamos conectadas 530. El objetivo era ofrecer un lugar de encuentro de Hijas de Jesús para compartir el presente de la Congregación con motivo de la celebración del 150 aniversario de la fundación.
El encuentro tuvo cuatro momentos:
1 Acogida y saludo
Sonia Regina, Consejera general, se encargó de darnos la bienvenida. Nos fue llamando por comunidades y casas de cada país: AMÉRICA ANDINA: Argentina, Bolivia, Colombia, Venezuela; ASIA ORIENTAL: Taipei, Taiwan, Vietnam, Tailandia; BRASIL-CARIBE: Brasil, Cuba, República Dominicana; ESPAÑA-ITALIA: Italia, España; Mozambique; ÍNDICO-PACÍFICO: Filipinas, Japón, Bangladesh… ¡Cómo no recordar aquel «El mundo es pequeño para mis deseos»!
2 Oración
Ha sido un momento para dar gracias por la vida, el camino recorrido, el presente y el futuro que deseamos construir. Pedimos a Dios Padre nos ayude a ser lo que somos: un cuerpo universal unido, con Jesús en el centro, Hijas en el Hijo. Un solo Cuerpo, unido y disperso para servirle. Contamos con la guía, la ayuda y la intercesión de María Inmaculada.
3 Palabras de nuestra Superiora general
Con el tono de sencillez y cercanía que le caracteriza, Graciela comenzó explicando el porqué de la fecha del encuentro.
«El 24 de septiembre de 1903, la Madre Cándida y 43 hermanas emitieron los votos perpetuos en la Congregación, después de que el 30 de julio de 1901 obtuviera su aprobación pontificia, y el 18 de septiembre de 1903, seis días antes de la profesión, la aprobación de las Constituciones por León XIII, “ad experimentum” por tres años.
Cuando nosotras pensamos en la fecha de este encuentro con las Hijas de Jesús, no fue elegida al azar. Quisimos que fuera así. Es una fecha de familia congregacional, ser plenamente incorporadas a la Congregación que ella había fundado era un acontecimiento de gran importancia para la M. Cándida y las primeras Hijas de Jesús. Comenzaban un camino de entrega, de compromiso y de santidad que había sido confirmado por la Iglesia.
Es un día para dar gracias a Dios en medio de esta celebración del 150 aniversario de la fundación. Él nos hace familia, hermanas, nutre nuestra historia, y deseamos que avive nuestra identidad de Hijas de Jesús».
Esta identidad era un deseo constante en la M. Cándida: «ser verdaderas Hijas de Jesús». Lo pedía para ella y lo pedía a las hermanas. Y Graciela fue desglosando su significado: es vivir alegre con la decisión libremente tomada, es hacerme cargo de la elección que hice en mi vida, es un proceso que lleva toda la vida, que pide actitud de búsqueda y de vigilancia, es dejar que cada día Dios trabaje en nosotras… pues, como decía la M. Fundadora, «en ser verdadera Hija de Jesús está todo el bien«.
Continuó con la gran llamada que nos hizo la Congregación General XVIII: Seguir de cerca a Jesucristo que eligió para sí la pobreza. De ahí viene todo lo demás: seguir «de cerca»; la pobreza elegida que se expresa en una forma concreta de relación; y de ahí a la humildad que se entrega para enriquecer a los demás. Y, por último, tres llamadas de la Iglesia y de la Vida Religiosa: el camino sinodal, la intercongregacionalidad e interculturalidad y la itinerancia.
Vivimos un tiempo en el que «nos toca crecer disminuyendo… Y ahí se nos invita a buscar y encontrar al Señor. Ahí se nos invita a tener conocimiento interno del Señor para más amarle y seguirle».
Descarga aquí las palabras completas de Graciela
4 Tiempo para dejar resonar en el corazón
¿Cómo hacer para compartir tanta gente? Los medios fueron variados. Cada provincia tenía 5 minutos en los que algunas hermanas compartieron su resonancia, pero también tuvimos la posibilidad de escribirlo en el chat. Nos decía espontáneamente Graciela al final:
Lo que ha resonado es lo que deseamos. El Señor nos irá trabajando. Escucho un deseo de ser y vivir lo que somos: Hijas de Jesús. Lo que nos atrajo, lo que nos atrapó para entrar en esta congregación y no en otra. Pedid al Señor que no perdamos nuestra identidad. Nos la dio como un tesoro para cuidarla. La identidad crece entregándonos juntas al mundo. Nuestro problema no está en el hacer sino en nuestro ser. ¿Qué nos puede ayudar a crecer en nuestro ser, en nuestra vocación, para mejor servir a los demás?
Algunas dijeron sentirse movidas a crecer disminuyendo. Esto es experiencia del Espíritu y experiencia de fe. Cuando podemos sentir gusto por esa disminución, esto es de Dios. Somos invitadas a descubrir cómo crecer disminuyendo.
Cerramos el encuentro con un momento de silencio para “examinar”, para revisar lo vivido, descubrir por dónde había pasado el Señor y expresar en una palabra el sabor que deja lo vivido.
Gracias a cada una de las que habéis contribuido a que este encuentro se lleve a cabo. Nos queda la tarea de volver a llevarlo a la oración y dejar que, a través de lo vivido, el Señor nos siga trabajando en y para lo cotidiano.