Resumen de la catequesis
Nuestra vida es el “libro” más valioso que se nos ha entregado, un libro que muchos lamentablemente no leen, o lo hacen demasiado tarde, antes de morir. Y, sin embargo, precisamente en ese libro se encuentra lo que se busca inútilmente por otras vías.
Invitación a cultivar la vida interior para encontrar lo que se busca: “Entra en ti mismo. Lee tu vida. Léete dentro, cómo ha sido tu recorrido. Con serenidad. Entra en ti mismo”.
Acostumbrarse a releer la propia vida educa la mirada, la afina, consiente notar los pequeños milagros que el buen Dios realiza por nosotros cada día. Podemos preguntarnos: ¿yo he contado mi vida a alguien alguna vez? El discernimiento es la lectura narrativa de los momentos hermosos y de los momentos oscuros, de los consuelos y de las desolaciones que experimentamos a lo largo de nuestra vida. En el discernimiento es el corazón quien nos habla de Dios, y nosotros debemos aprender a comprender su lenguaje.
En la vida de la Madre Cándida
Fiel a los medios que la espiritualidad ignaciana pone ante nosotros para crecer en familiaridad con Dios y en descubrirle actuando en la propia vida, la Madre Cándida hace el repaso del día cada noche. Eso es lo que le afina los sentidos para descubrir la mano de Dios en cada acontecimiento, incluso en los más dolorosos.
Recordamos el destino a Galicia del P. Herranz cuando la Congregación llevaba unos meses de andadura. ¡Quedaba tanto por hacer! ¡Necesitaban tanto de su consejo y ayuda! La Madre Cándida, no sin manifestar su contrariedad y pesar, le escribe un mes después de su partida a su nuevo destino y le dice:
«Te vuelvo a decir que estamos muy conformes y contentas. Te digo lo que siento. Vamos mirando paso a paso y veremos la mano de Dios y nos afirmaremos más en su dedo divino. Sí, es verdad que cuesta mucho sufrir, pero también tiene tanto mérito… Estamos contentísimas cumpliendo la voluntad de Dios».
Carta de la M. Cándida al P. Herranz del 22 de septiembre de 1872
¿Y tú?
¿Qué dice el libro de tu vida? ¿Lo aceptas? ¿Lo acoges? ¿Se lo cuentas a alguien? ¿Te lo cuentas a ti? ¿Descubres cómo Dios te ha ido haciendo, llevando, cuidando…? En el presente, ¿descubres su mano en los acontecimientos? ¿Eres capaz de aceptar lo que trae la vida y encontrarle animando y sosteniéndote? Pídele descubrirle en tu vida y que te dé un corazón agradecido.