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Entrelazando experiencias, esbozando futuro

marzo 2, 2016

Algunas de las que hemos hecho los votos a partir de diciembre de 1989 nos encontramos en Madrid para tener un día tranquilo de encuentro, oración compartida… el pasado 20 de febrero.

Por la mañana hicimos memoria del encuentro de febrero del año pasado que nos dirigió Guadalupe Labrador, Franciscana de la Divina Pastora. Ahora las organizadoras éramos Antonella, Belén y Ana Zubiri.

De aquel encuentro, tirando del ovillo elegimos el tema: Tomar conciencia de la importancia e influencia de cada una y de nuestro grupo en la vida y misión de la Congregación-Cuerpo. Y titulamos nuestro encuentro Entrelazando experiencias, esbozando futuro.

Fue un día regalo. Nos ayudó a pararnos, a descubrirnos como hijas amadas y cuidadas y asomarnos al sueño de Dios sobre nosotras que nos vincula por su llamada en este carisma que nos abrió la Madre Cándida. Sabemos que ni objetiva ni subjetivamente lo tenemos fácil. Y nos queremos preparar, dotar, potenciar, para vivir lo que por momento vital nos corresponde, con la alegría de quien vive su vocación y hace crecer el gran regalo de Dios para cada una de nosotras y como grupo.

Y nos acercamos a distintos rincones de la mano de la Madre Cándida en la propuesta de Celia Amorós, en ese folleto que conocemos: Las Hijas de Jesús, hoy y sus orígenes .

Distintos rincones con distintas preguntas, por los que fuimos pasando, según el sentir de las cosas internamente:

– La humillación y la vulnerabilidad

– No separes tu corazón del mío.

– Yo soy toda de Jesús. Decidme, Dios mío, ¿qué quieres que haga?

– Me gusta que estén alegres en el Señor.

– Las de aquí son para internas y externas, ricas y pobre, aquí y allí, donde m.g.d.D., pues es su lema.

– Dios es nuestro Padre y mirará por nosotros.

– Todas estamos para cuidar unas de otras, como buenas hermanas que somos.

– Pongo toda la esperanza en ti, queridísima Madre mía.

Después, entresacamos, entrelazamos aquello que nos puede ayudar para ir mirando al futuro a través de distintas preguntas que nos encontrábamos en distintas huellas, todas ellas encaminadas a un corazón dentro de un ovillo:

¿Dónde ponemos nuestra seguridad, dónde está la fuente de nuestro ánimo?

¿Cómo ayudar a otros en este proceso de conocer mejor a María de Nazaret?

¿Somos una Congregación, un grupo de mujeres de unión, de amor, de verdadero y frutífero apostolado?

¿Cómo intentamos rastrear en cada cosa los signos de su salvación en las circunstancias actuales?

¿Qué significa para nosotras hoy la humildad como actitud de Jesús que define el seguimiento de Jesús?

Nos posibilitaban una conversación en tres grupos que habíamos hecho con los colores gris, azul y verde. Al final de cada ovillo teníamos un corazón con las huellas, las pisadas… Allí poníamos cómo nos habíamos sentido, qué  pistas de futuro nos puede abrir en nuestras vidas y para profundizar en siguientes encuentros.

Sentimientos de estos momentos:

Hemos compartido en libertad, nos hemos sentido escuchadas y con escucha activa de unas para con otras. Hemos sentido que podíamos compartir en sinceridad.

Nos ha impulsado a sentirnos unidas, hablando desde el corazón con esperanza, sintiendo que hay un susurro que nos confirma.

Por la tarde hicimos dos círculos concéntricos y giraban las de fuera después de conversar con tu pareja sobre estos temas:

1. Buscar el equilibrio en las comunidades que posibiliten la vida fraterna y la misión.

2. Cómo se sitúan las hermanas jóvenes ante esta situación: muchas obras, peso institucional y ser llamadas a vivir alegremente.

3. No están ayudando las etiquetas de la Vida Religiosa. (Posiblemente se refiera al desconocimiento social y eclesial de la VR.); hay etiquetas internas –etiquetas personales, prejuicios y juicios inamovibles- que nos ponemos unas a otras y ello hace, si cabe, más daño que las etiquetas puestas desde fuera a la VR, ¿cómo afrontar estas cosas?

4. Abrir las puertas de nuestro Proyectos de Misión Común e incluir a los laicos.

5. Trabajar la pastoral vocacional.

Muchas conversaciones compartidas y palabras que evocaban vivencias, sentimientos y ganas de seguir hacia adelante.

Y terminamos con la celebración de la Palabra. Dejamos reposar la experiencia y expresamos en voz alta con una palabra, una frase… el poso del día. Nos unimos en el mantra: Tú fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable es, nadie como Tú bendito Dios, grande es tu fidelidad.

Escuchamos el encuentro de María de Magdala con Jesús Resucitado donde había momentos de: lágrimas, esperanza crucificada, han matado a la vida, qué cuerpos embalsamamos, qué noches son las nuestras, qué caminos entre sombras… Y al escuchar nuestros nombres, sentimos la llamada que nos convoca y el Señor nos invita y envía: Diles, He visto a mi Señor, Hemos visto al Señor en este encuentro

Rezamos el Padre Nuestro en la lengua materna o en aquella que nos sentimos más identificadas ahora por nuestro momento vital… Nos dimos la comunión y terminamos con el canto María de Nazaret, Madre y Discípula de Jesús, mujer empoderada en el amor de Dios, mujer empoderada por el amor de Dios, confiadas en que Ella ruega con nosotras en este camino.

Ya estamos mirando al próximo y nos lo animarán Enri, Ana Zubiri y Antonella.

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