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Es posible esperar contra toda esperanza

abril 4, 2021

La humanidad de Dios, su entrega, su desvivirse, llegó hasta el extremo.

Jesús, uno de nosotros, acompañó nuestros pasos y recorrió nuestros caminos. Podríamos decir que escogió los derroteros más perdidos y las calzadas peor empedradas. Para que a nadie le quede duda de que «si alguien está a tu altura es Él». Sólo Dios es capaz de ponerse a nuestro lado cuando los vientos soplan contrarios del todo.

Jesús, una vida que comienza en un pesebre, fuera de su casa y de su pueblo, sin lugar en el mundo. “Pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él» (Act. 10, 38). El ser humano es incapaz de tanta bondad. Ante un Jesús, como ante cualquier hombre o mujer, con frecuencia reaccionamos “sin saber lo que hacemos”. Esa explicación dio Él al hecho de que le dieran muerte clavándole en una cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34).

Su amor es inquebrantable, llega a una condena y a una muerte que encarnan el fracaso de lo mejor del corazón humano. Dios atravesó aquel dolor y aquella muerte, sólo Dios podía hacerlo con tal dignidad.

Dios se hizo con esa muerte y con todas las nuestras, también con las pequeñas muertes cotidianas y sobre todo con aquellas que son consecuencia de seguir sus pasos. Desde entonces sabemos que Dios nos estrecha contra sí de tal modo que, si es posible esperar contra toda esperanza es porque el Señor Jesús ha resucitado.

¡FELIZ PASCUA!

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