En camino sinodal desde Roma
En la crónica del pasado mes terminábamos con la cita bíblica que acompaña esta fase sinodal. Estamos en la Etapa Continental. Ya se están llevando a cabo encuentros por continentes. Daré noticia de alguno de ellos. Y en concreto en el mes de enero se ha tenido uno en Luxemburgo para dar una contribución europea.
Y precisamente se ha hecho en torno al tema bíblico que nos ocupa, que es ampliación de la tienda. Es una cita totalmente sinodal por lo que dice y por lo que inspira, porque es un texto inclusivo, abierto que no deja a nadie fuera.
Ensancha el espacio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa, alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones y habitará las ciudades asoladas (Isaías 54, 1-3).
El punto de partida fueron las experiencias sinodales, no se quería hablar de teorías. Las personas se han sentido reconocidas, escuchadas, y cómo no puede ser de otra manera, se han sentido miembros activos y protagonistas en la iglesia, su casa, su familia, su lugar de crecimiento aportando lo mejor de cada uno, con corresponsabilidad en la misión común.
Un elemento de ayuda importante ha sido el discernimiento espiritual como modo de proceder traspasando el debate y la mera discusión. Este camino discernido nos va marcando el camino del Espíritu, al que juntos queremos seguir escuchando, a través de la Palabra y de los signos de la realidad que nos hablan de las alegrías y los sufrimientos de nuestro mundo.
Junto a los elementos positivos, de alegría y esperanza, no faltan los obstáculos, como en todo camino, a base de resistencia al cambio –“siempre se ha hecho así”- es una frase que detiene cualquier proceso, o de manera pasiva no tomando parte, siendo espectadores pero no siempre silenciosos sino creando noticias falsas, fantasmas, ataques.
Ciertamente si el proceso sinodal no se traduce en cambios, primero de mentalidad y luego de estructuras, de poco habrá servido tanto esfuerzo. La actitud derrotista o escéptica no ayuda, es un freno. Se trata de reconstruir un modo de ser iglesia donde las relaciones sean igualitarias, donde experimentemos que todos somos diferentes, pero miembros del mismo Cuerpo que es Cristo.
Necesitamos la conversión sinodal; urge también reconocer nuestros pecados, nombrarlos, pedir perdón, no esconderlos, no mirar para otro lado cuando van quedando tantas personas heridas en el camino.
Pero como Dios y la iglesia no es una imposición sino una propuesta a la que decimos sí o no de manera libre, nos ayudará superar miedos y lamentos para entusiasmarnos con un proceso de pertenencia activa a una iglesia que necesita contar con lo mejor de cada persona, y en la que, junto a la ‘ampliación de la tienda’, podemos descubrir ‘tiempos nuevos que ya están brotando’.
Necesitamos agudizar la mirada y afinar el oído para permitir que nos llegue la novedad.
María Luisa Berzosa FI