loader image

Fallecimiento del Papa Emérito, Benedicto XVI

enero 5, 2023

A LAS HERMANAS y LAICOS DE LA FAMILIA DE LA MADRE CÁNDIDA CON MOTIVO DEL FALLECIMIENTO DE BENEDICTO XVI

Queridas hermanas y laicos:

            En la tarde del final del año 2022 me pongo en comunicación con ustedes ante la noticia que hemos recibido esta mañana: la muerte del Papa emérito Benedicto XVI, a las 9.34 h. de Roma.

            En esta semana hemos sabido por los diversos medios de comunicación que su salud iba deteriorándose, hasta que en el último día de 2022 el Señor lo llamó a la morada que confiamos nos tiene preparada a sus hijos.

            Además de agradecer su servicio a la Iglesia universal y manifestar nuestra pertenencia a la misma, me venía el recuerdo de la canonización de nuestra Fundadora. Fue el Papa Benedicto XVI quien declaró oficialmente la santidad de la Madre Cándida el 17 de octubre de 2010. ¡Cómo no agradecer sus palabras en la homilía de la eucaristía cuando se dirigía a nuestra M. Cándida!

Cuando el Hijo del hombre venga para hacer justicia a los elegidos, ¿encontrará esta fe en la tierra? (cf. Lc 18, 18). Hoy podemos decir que sí, con alivio y firmeza, al contemplar figuras como la madre Cándida María de Jesús Cipitria y Barriola. Aquella muchacha de origen sencillo, con un corazón en el que Dios puso su sello y que la llevaría muy pronto, con la guía de sus directores espirituales jesuitas, a tomar la firme resolución de vivir «sólo para Dios». Decisión mantenida fielmente, como ella misma recuerda cuando estaba a punto de morir. Vivió para Dios y para lo que él más quiere: llegar a todos, llevarles a todos la esperanza que no vacila, y especialmente a quienes más lo necesitan. «Donde no hay lugar para los pobres, tampoco lo hay para mí», decía la nueva santa, que con escasos medios contagió a otras hermanas para seguir a Jesús y dedicarse a la educación y promoción de la mujer. Nacieron así las Hijas de Jesús, que hoy tienen en su fundadora un modelo de vida muy alto que imitar, y una misión apasionante que proseguir en los numerosos países donde ha llegado el espíritu y los anhelos de apostolado de la madre Cándida.

            Su renuncia silenciosa y valiente aquel febrero de 2013, nos dio un testimonio de gran libertad interior y de amor a la Iglesia para quien buscaba sólo el mayor bien, lo que más ayudase a seguir el camino que dejó Jesucristo Nuestro Señor.

            Fueron 9 años que compartió con el Papa Francisco, su sucesor como obispo de Roma. Y siempre hemos percibido en ambos un testimonio de unidad en la fe, que mantuvo unida a la Iglesia en la caridad. Sin duda, la humildad de Benedicto XVI, su profundo amor a Jesucristo y la caridad colocada en primer lugar, han sostenido esta unidad.

            Nos ha dejado una gran herencia en sus documentos, en los que se demuestran la fuerza del amor, la fe firme en el Dios que nos salva, la esperanza que no defrauda.

            Sentimientos de profunda gratitud y amor eclesial son los que experimentamos. En el día del funeral, las que estamos aquí en Roma, nos haremos presentes en nombre de toda la Congregación por sentido de fidelidad a la Iglesia en uno de sus pastores.

Hoy nos unimos a toda la Iglesia, pueblo de Dios, y al Papa Francisco en oración y gratitud al recordar el testimonio de coherencia personal de este humilde y profundo servidor del Señor y de su Iglesia.

Descarga la carta de Graciela en PDF

Graciela Francovig, Superiora General

Relacionados