«Renovarse juntos» es uno de los desafíos actuales para nuestros institutos.
Laicos e Hijas de Jesús de dieciséis países del mundo. 275 conexiones, 350 inscripciones y muchas más personas conectadas, porque había comunidades enteras compartiendo ordenador. Argentina, Bolivia, Colombia, Venezuela, Brasil, Cuba, República Dominicana, España, Italia, Mozambique, Filipinas, Bangladesh, Japón, Taiwán, China, Tailandia, Vietnam, Indonesia… ¡El mundo es pequeño para mis deseos!
Sonia Regina, después de darnos la bienvenida, nos recordaba el objetivo: Deseamos que este momento nos ayude a seguir reflexionando el horizonte de búsqueda que vamos descubriendo y haciendo impulsados por el Espíritu.
La oración nos ayudó a conectarnos interiormente con el Dios en el que creemos. Un Dios que está provocando siempre algo nuevo, que nos anima a reinventarnos… y que nos anima a acoger y profundizar la llamada a ser en la Iglesia «Familia de la Madre Cándida».
Graciela Francovig, Superiora general, con sus palabras de bienvenida, nos invitaba a hacer memoria de lo que lo ha pasado en nosotros desde mayo de 2021, cuando tuvimos el primer encuentro. ¿Qué ha pasado en cada uno de nuestros países con aquel «Un carisma vivo, un camino compartido» que queríamos celebrar? Y nos invitaba a seguir creciendo como Familia, a seguir dejándonos hacer por Dios.
Nos ha acompañado Nadia Coppa, Religiosa Adoratriz de la Sangre de Cristo. Sus reflexiones nacen de una experiencia de congregación que se ha dado cuenta de esta llamada, de la novedad que está suscitando el Espíritu en un tiempo de grandes retos en el que, mirando un poco alrededor, es difícil mantener alta la esperanza. Nos ha recordado que cada uno es depositario de una gran misión desde el momento que acogemos el don del Espíritu. Y que la familia carismática en la Iglesia es una profecía en nuestro mundo.
¿Qué puede ayudarnos?
- Sacar el fuego del mismo Espíritu
- Aceptar convertirnos poco a poco en lo que ya somos potencialmente, cuidando y alimentando lo que ya somos por identidad propia.
- Acoger el don de la «laicidad».
- Ser escuela de comunión.
- Ser «pueblo de Dios».
- Profunda comprensión de los carismas
- Discernimiento compartido y una planificación estratégica en común.
Hemos tenido unos minutos reflexión personal para caer en la cuenta de qué elementos nos están ayudando a tomar conciencia de ser familia carismática y pensar en cómo continuar animándola y consolidándola, pasos concretos para dar respuesta a la Llamada de la CG XVIII.

Tras un rico compartir, nuestra Superiora general ha cerrado el encuentro con unas palabras de ánimo y envío.
…
Y no estemos agobiados o preocupados en esas búsquedas. A veces no sabemos cómo ni por dónde. Pero es importante estar atentos a esas pequeñas intuiciones que aquí y allí el Espíritu Santo de Dios suscita en nosotros. Y, no se trata de grandes cosas. El evangelio se nota por la pequeñez: lo nuestro es la levadura en la masa, el grano de mostaza y la pequeña semilla que se echa en tierra.
Vuelvan a sus lugares para preguntarle al Señor, mediante su Espíritu: ¿Qué pasos concretos podríamos dar ya para responder a la Llamada de la CGXVIII?