Coincidiendo con la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, la Iglesia celebra la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
Es una oportunidad para que demos gracias a Dios por esta forma de vida en la Iglesia, que es un regalo, con la diversidad de nuestros carismas; para pedir por tantas mujeres y hombres que se han entregado al servicio de los demás al estilo de Jesús; y para que nosotros, los consagrados, agradezcamos y secundemos la fidelidad de Dios con nosotros cada día.
Invitamos a contemplar el evangelio de hoy, como nos decía el papa Francisco en su homilía del 2 de febrero de 2022:
Fijémonos en Simeón y Ana que, aun teniendo una edad avanzada, no transcurrieron los días añorando un pasado que ya no volvería, sino que abrieron sus brazos al futuro que les salía al encuentro. Hermanos y hermanas, no desaprovechemos el presente mirando al pasado, o soñando un mañana que jamás llegará, sino que pongámonos ante el Señor, en adoración, y pidámosle una mirada que sepa ver el bien y discernir los caminos de Dios.
Esta es una escena tierna y densa de significado, única en los evangelios. Dios ha puesto a su Hijo en nuestros brazos porque acoger a Jesús es lo esencial, es el centro de la fe.
En este día entrañable para la Vida Religiosa, hacen sus votos perpetuos las dos primeras Hijas de Jesús vietnamitas: Anna Nguyen y Rosa Nguyen. Las acompañamos con nuestra cercanía y oración.
Es cierto, «Dios sigue llamando». En Vietnam ha encontrado un terreno fértil en el que están floreciendo respuestas generosas.
Nos atrevemos a preguntar: ¿Cómo nos sigue llamando a las que dimos nuestra respuesta generosa hace diez, veinte, treinta… cincuenta o sesenta años? ¿Qué respuesta le doy hoy?
Feliz día de la Presentación. Feliz día de la Vida Consagrada.