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La ecología, una prioridad religiosa

febrero 15, 2019

“El surgimiento de la conciencia ecológica en el espacio público se da poco después de la II Guerra Mundial. Los datos sobre extinción de especies, el avance de los desiertos y la polución el aire y del agua despertaron a las sociedades desarrolladas ante el desequilibrio ambiental que estaban provocando. Como suele ocurrir, al principio poca gente dio al problema la atención que merecía.

Tomar conciencia de una realidad es la primera condición para la acción social, cualquiera que sea. Los movimientos sociales –obrero, campesino, de mujeres, negros, indígenas, LGBT u otros– tienen en su base un proceso de toma de conciencia: ¿quiénes somos? ¿En qué nos diferenciamos de otras personas o grupos? ¿Cuáles son nuestras aspiraciones?

Tomar conciencia implica:

1) hacer la crítica de la visión del mundo recibida de generaciones anteriores, y

2) elaborar otro sistema de conocimientos y valores para guiar la acción social.

Es pues un proceso de conversión del pensamiento y de la práctica social. Esta conversión pone en marcha un proceso dialéctico en el que la acción social, al ser críticamente reflexionada, incide sobre la conciencia llevándola a afinar sus concepciones, lo que a su vez incidirá en la acción social imprimiéndole nuevos rumbos y mayor amplitud.

Es lo que está ocurriendo con la conciencia ecológica: al romper con la antigua concepción de la Tierra como recurso a ser explotado, pasó a entenderla como un gran sistema de vida cuyo equilibrio es fundamental para la especie humana. Ese cambio en el plano de la conciencia cambió también el comportamiento social, fundamentando el cuidado como uno de los principios éticos para el siglo XXI, como enseña Leonardo Boff.

Ha pasado medio siglo desde su aparición fuera del mundo académico, la conciencia ecológica se va difundiendo hasta ganar la aceptación general como norma de comportamiento humano en relación al ambiente natural. Marco de ese proceso fue la Carta de la Tierra (UNESCO, 2000). Que, aunque no tenga carácter oficial equivalente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esta Carta de la Tierra establece un marco teórico de valor universal. Fue elaborada por un grupo que, en nombre de los Pueblos de la Tierra y trató de recoger y expresar sus anhelos y sentimientos más nobles y asumir la defensa de la comunidad de vida del Planeta como compromiso ético prioritario de este siglo…”

“A partir de esa nueva conciencia del lugar del ser humano en la Tierra, la conciencia ecológica evoluciona en dos vertientes que se complementan:

– una, con énfasis ética y espiritual, constituye la ecología integral, que es el tema principal de esta Agenda

– otra, con énfasis en la política, ha sido llamada conciencia planetaria. Sobre ésta versa bastante la encíclica Laudato Si, integrada con la anterior visión

Conciencia planetaria

Se puede hablar de conciencia planetaria para designar el conjunto de ideas y valores que tratan de crear una forma de sociabilidad humana en armonía con la gran comunidad de vida del Planeta. La sociabilidad puede ser definida como el conjunto de las relaciones sociales (económicas, políticas, de parentesco y demás áreas de comportamiento) inscritas en la cultura: la identidad cultural de un pueblo o sociedad es definida por la forma de sociabilidad que construye y reproduce a lo largo de su historia.Resultado de imagen para imagenes de conciencia planetaria

Tendríamos que seguir profundizando y mucho, pues La forma de sociabilidad hoy predominante en el mundo es aquella que tiene origen en Europa en el siglo XVI, que tiene como base material la economía capitalista de mercado; se sostiene por el desarrollo de las ciencias y de la tecnología y se apoya en la concepción antropocéntrica (dominio sobre las demás especies y sobre la Tierra) e individualista (primado de la persona individual sobre la sociedad) del ser humano…

Esta globalización de la sociabilidad antropocéntrica e individualista, basada en el modo de producción y consumo capitalista, provoca la disminución de la diversidad que caracteriza a la especie humana desde el momento en que comenzó sus grandes migraciones desde África hacia otros continentes, hace por lo menos 100.000 años. Esa pérdida de socio diversidad equivale, para la humanidad, a la pérdida de la biodiversidad que sostiene la tela biológica de la vida. A esta globalización unilateral y reductora de la diversidad humana se contrapone hoy la conciencia planetaria, con la propuesta de otra forma de sociabilidad. Fenómeno muy reciente por cierto y estudiarla es, por tanto, un enorme desafío metodológico…, ético, espiritual y de colaboración responsable y justa con la supervivencia del planeta…”

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El papa Francisco, sigue inspirando y animando diversos movimientos en el mundo en desarrollo creciente. No se cansa de alentarnos a creyentes y no creyentes a un trabajo serio y comprometido en este campo. Es cuestión de vida, tanto de presente como de futuro. Que no seamos sordas ni sordos a este urgente llamado.

Teresa Ramírez F.I.

 

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