CREACIÓN DE LA ASOCIACIÓN CIVIL FAMILIA MADRE CÁNDIDA EN VENEZUELA
Hijas de Jesús y laicos de la provincia de América Andina hemos dedicado un buen tiempo a la realización de un proceso de discernimiento sobre Venezuela. Estuvieron implicados el Gobierno provincial, hermanas de Colombia que habían estado en aquel país y la Superiora provincial de Brasil-Caribe. El Gobierno provincial de América Andina presentó la propuesta a la que habían llegado: la de conformar una Asociación civil con el nombre de ASOCIACIÓN CIVIL FAMILIA MADRE CÁNDIDA VENEZUELA. El objetivo de esta Asociación -que legalmente tiene que estar conformada por venezolanos – es dar continuidad a los proyectos de promoción y de salud que las Hijas de Jesús hemos acompañado durante veinte años en este país. Ese acompañamiento lo hemos hecho junto a los laicos, con ellos trabajamos y nos hemos formado juntos, hasta llegar a sentirnos familia.
El Gobierno general ha reflexionado y rezado el proceso de discernimiento que han hecho y la propuesta que nos han enviado. Después de lo cual, he tenido una reunión con la Superiora provincial de América Andina, la consejera general Sonia Regina Rosa, la Presidenta y el Tesorero propuestos para esta Asociación. Estuvieron además las HH Matilde Polanco Álvarez y María del Carmen Caballero Alarcón. En esa conversación hemos precisado detalles para caer en la cuenta juntos del nuevo modo de presencia real de las Hijas de Jesús en el proyecto sin tener una comunidad en Venezuela.
Creemos que hoy es posible dar este paso. Además de esta Asociación, se vio la conveniencia de tener en ella un “consejo consultivo” en el que podrán estar las Hijas de Jesús que, sin estar presentes allí de continuo, deseamos sin embargo acompañar esta obra. Ya he dado la autorización para iniciar este camino y se evaluará oportunamente. Y estoy también considerando qué Hijas de Jesús podrán acompañar este proyecto desde el lugar donde se encuentren. Que el Señor ilumine esta búsqueda. Sé desde ya que cuento con la disponibilidad de todas.
De la carta nº 23 de la Superiora General.