El próximo domingo 2 de febrero de 2025, la Iglesia Católica celebrará la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada bajo el lema «Peregrinos y sembradores de esperanza». Esta fecha especial sirve para reconocer y agradecer la dedicación de aquellos hombres y mujeres que han consagrado su vida a Dios a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.
El lema elegido para este año, «Peregrinos y sembradores de esperanza», invita a reflexionar sobre el papel fundamental que desempeñan las personas consagradas en la sociedad actual. Al igual que los peregrinos, buscamos un horizonte más allá de lo material, guiados por la fe y la esperanza en Cristo resucitado. Como sembradores, esparcimos la semilla del amor de Dios, cultivando la esperanza en los corazones de quienes nos rodean a través de nuestra cercanía, escucha, oración, trabajo y entrega.
En un mundo marcado por la incertidumbre y la crisis, la figura del consagrado se presenta como un signo de esperanza. A través de nuestro testimonio de vida, mostramos que es posible vivir de manera radical el Evangelio y poner a Dios en el centro de todo para darnos a los demás. Nuestro compromiso con los más necesitados, nuestra búsqueda de la justicia y nuestra dedicación a la oración son un faro de luz en medio de las tinieblas.
La Jornada Mundial de la Vida Consagrada es una oportunidad para agradecer a todos los religiosos y religiosas por su entrega y servicio. Es también un momento para reflexionar sobre el futuro de la vida consagrada y para animar a los jóvenes a considerar esta vocación como una opción de vida plena y significativa.
En un contexto de secularización y pérdida de referentes espirituales, la Iglesia necesita más que nunca del testimonio de los consagrados. Nuestra presencia en la sociedad generará esperanza si ayudamos a construir un mundo más justo, solidario y fraterno, que ha de comenzar en nuestras propias comunidades y espacios de misión. ¿Estamos en ello?