Queridas hermanas y laicos con quienes compartimos la misión: ¡Felicidades! Celebramos que el Espíritu de Dios hace nuevas todas las cosas.
“«Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios – con – ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.» Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son palabras ciertas y verdaderas.»” (Ap. 21, 3-5)
Escuchemos de corazón este mensaje, que es Palabra de Dios, y dejemos que Él haga su oficio de consolar. Sintámosle vivir con nosotras, entre nosotros, en nuestras circunstancias, las que compartimos con la humanidad que sufre y las más propiamente “nuestras” e inmediatas. Dejémosle que seque nuestras lágrimas, como hacen un padre o una madre, y que nos diga al oído eso que anima nuestra esperanza y que aviva nuestros deseos de Él, de su Reino. ¡Ven Espíritu de Dios…! Que nos ayude a hacer esta experiencia de encontrarle con nosotros y de confesarle verdaderamente como nuestro “Dios” y “Señor”.
Este año coinciden la fiesta de Pentecostés y el 175 aniversario del nacimiento de quien llegaría a ser nuestra Fundadora, la M. Cándida. Y también nos felicitamos por ello.
La experiencia que ella va haciendo a lo largo de su vida es precisamente la experiencia de la cercanía entrañable de Dios, que quiere para nosotros y con nosotros un mundo nuevo y mejor. Juana Josefa puso toda su persona a su servicio y con toda sencillez nos acercó el evangelio. Mirando su disponibilidad podemos decir “estas son palabras ciertas y verdaderas”.
Hoy, siempre, está a nuestro alcance pedir, como piden los pobres, el Espíritu de Jesús, pedir que Él nos abra a la acción de Dios, que nos haga un poco más como el Hijo, que nos infunda sus dones:
“La considero a usted muy recogida y fervorosa para recibir el santo Espíritu. Pida usted también por mí, que nos llene de su divino amor, y nos infunda sus dones, y nos dé una fortaleza muy grande para trabajar mucho por la gloria de Dios y salvación de las almas” (Carta de la M. Cándida a la H. Josefa González, 5 de mayo de 1898)
Que María, al terminar su mes, interceda por nosotros para que así sea y no tengamos otra aspiración en nuestra vida.
Muchas felicidades. Con cariño
Las Hermanas del Gobierno General