A LA FAMILIA M. CÁNDIDA, HIJAS DE JESÚS Y LAICOS
Queridas Hermanas, Hijas de Jesús, y queridos hermanas y hermanos laicos:
El Dios que nos salva está aquí. Celebramos estos días que Dios está cerca, en cada uno, en lo más íntimo de mí mismo, de mí misma. Aquí y ahora y “en todas las cosas”, en cada realidad podemos descubrirle. Porque se deja encontrar, tocar, y nos encuentra y toca nuestras personas, nuestro vivir cotidiano, si así lo queremos y nos disponemos, con la confianza de que su cercanía es salvación. Esta es la buena noticia que llena nuestras vidas.
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna… para que el mundo se salve por él.” (Jn. 3, 16-17) Dios se da por entero, nos da a su Hijo, se da a sí mismo. No sabe de otra cosa, solo amar, es su constante. Y en el Hijo, que hace lo que ve hacer al Padre, lo vemos y escuchamos, lo palpamos, somos testigos de que da la vida, nos da su vida: “Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente…” (Jn. 10, 18)
María y José cooperan con la gracia, nos muestran el camino de la acogida de Dios-salvador. “Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados…, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’.” (Mt. 1, 21-23) Contemplemos la fuerza de esta identidad, de este nombre, es nuestro nombre, Jesús: Dios salva, el Dios que es con nosotros.
Acabamos de celebrar los 150 años de historia de las Hijas de Jesús, pero nuestra alegría no se agota: vivamos la alegría de la salvación, el don de Dios sin condiciones, su presencia junto a nosotros en las circunstancias del tiempo presente. En medio de la noche, a la intemperie, en pañales y acostado donde comen los animales, así lo encontraron los pastores. ¿Qué circunstancias vivo y cómo se me presenta Dios a mí ofreciéndome su salvación?
Dice Lucas que “la gloria del Señor los envolvió en su luz” (Lc. 2, 9). Que nos dé a nosotros también esa luz, la gracia de meditar estas cosas en el corazón, como hacía María, y de contar con la propia vida la salvación de todo un Dios. Hecho niño, envuelto en pañales, recostado en un pesebre y descubierto durante la noche, mientras los pastores hacían lo propio de pastores, cuidar el rebaño.
Un Misterio para contemplar y anunciar durante toda una vida.
FELIZ NAVIDAD.
Graciela Francovig – Superiora General y HH. del Gobierno General
Roma, 25 diciembre de 2021
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