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Recordando Mozambique

marzo 18, 2016

Algunas realidades, personas, acontecimientos, lugares… En este caso, sin duda el CONTINENTE AFRICANO.

Son muchas las preocupaciones hoy en este Continente… “En África se ha vuelto normal vivir en tugurios. Es una tendencia con la que convivimos y que es difícil de combatir a causa de varios factores, que van desde la corrupción política a las desigualdades económicas derivadas de la creciente brecha entre ricos y pobres”, dijo a IPS el zimbabuense Gilbert Nyaningwe, experto independiente en temas de desarrollo. Entre su población total, que se estima en 1.100 millones de habitantes, África tiene más de 570 millones de personas viviendo en tugurios, según ONU Habitat, y 61,7 por ciento de la población urbana reside en ellos.
Líderes de la sociedad civil africana responsabilizan de la multiplicación de los tugurios al creciente desempleo que hay en el continente. En todo el mundo, plantea esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que son 863 millones de personas los que viven en esos barrios precarios, y se prevé que para 2020 la cifra alcanzará los 889 millones.
Las agencias de desarrollo en África alertan que los tugurios son una tendencia en alza en el continente, pese a que en promedio sus países sí lograron reducir la indigencia a la mitad, respecto a Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero falta mucho aún. Es un problema con causas diversas.
Recordamos de un modo especial con nuestra oración y cariño de Hermanas a la Comunidad de Hijas de Jesús presente en Mozambique. ¡Sabemos directamente tan poco de ellas! Tenemos la certeza de que viven una misión bella en una dura realidad, como pequeñísimo granito de arena en medio de una gran inmensidad y con el sabor de Cándida María de Jesús.
Que la semilla sembrada en suelo mozambiqueño, a través de nuestra hermana Miriam da Fonseca Pires en los 28 años que vivió entre nosotras -como se dice en su carta necrológica- y caracterizada por “su gran amor a Jesús, su vocación de educadora, su gran corazón, su bondad, su alegría, su acogida, su sensibilidad para con los más necesitados y por manifestar el rostro de
Dios Padre-Madre, sea fuerza para todas y cada una. ¡Gracias Hermanas!

Teresa Ramírez FI

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