Como sabemos, en Roma se abrió el proceso sinodal los días 9 y 10 de octubre. La mañana del sábado tuvo dos momentos muy bien diferenciados; comenzamos con tiempo de oración a partir del Veni Creator y con el texto de Ap. 1, 9-20 comentado por Cristina Inogés, de Zaragoza y Paul Béré sj, de Burkina Fasso. Hubo testimonios de fe y compromiso cristiano de diversas partes del mundo y de variadas opciones de vida. Después de un descanso, el resto de la mañana estuvo dedicado trabajo de grupos por lenguas.
Esto permitió comenzar a conocernos y a relacionarnos personas venidas de todo el mundo y desde su propia espiritualidad, cultura, tradición, etc. Esa riqueza que da la universalidad con una pregunta común: nuestras expectativas, dudas, temores, deseos… ante el proceso que estamos iniciado.
Por la tarde, la Secretaría del Sínodo ofreció una visita a los Museos Vaticanos con guía en las diversas lenguas que fue un tiempo para gustar la belleza de los mismos.
El domingo, el Papa presidió la eucaristía de apertura del proceso sinodal en la basílica de San Pedro y, por la tarde, la Secretaría del Sínodo ofreció un espacio de encuentro informal entre las cuatro comisiones que trabajamos en este proceso: Comunicación Metodología, Teología y Espiritualidad. Ocasión muy propicia de conocimiento mutuo y de intercambios que nos disponen a colaborar mejor en proceso iniciado.
Terminadas las celebraciones, pasamos al trabajo concreto. El lunes 11 nos encontramos en la sede de la UISG para reunirnos por Comisiones; y el martes 12, tras la eucaristía en la iglesia de Santo Spirito in Sassia, pasamos al aula que tienen los jesuitas en su curia, que está al lado de dicha iglesia. Trabajamos conjuntamente durante toda la jornada.
Han sido días muy intensos. Había que aprovechar la presencia de tantas personas llegadas para la ocasión y tener los encuentros presenciales, cosa que nos alegró mucho después de tantos virtuales a lo largo de este último tiempo.
Ahora ya tenemos un calendario de tareas y encuentros, y poco a poco nos vamos sintiendo cada vez más inmersos en este camino, con muchos deseos de poner en juego lo mejor de cada persona implicada y la riqueza de la diversidad.
El domingo 17 se ha abierto el proceso en las diócesis y así comenzamos a participar en equipos, en parroquias, en cualquier ámbito posible para hacer llegar todas las voces a través de su cauce correspondiente.
No quiero dejar de reseñar, a título personal, la emoción que fue encontrarme con Gloria Cecilia Narváez, la religiosa liberada después de casi 5 años. Sin saberlo, habíamos coincidido sentadas a su lado -nos iban colocando en las filas- en la basílica de San Pedro. Y, de hecho, cuando el Papa se acercaba a nuestro lugar, no sabíamos el motivo hasta que vimos el abrazo y la bendición; pude abrazarla también y hacerme una foto. Lo viví como símbolo de una vida religiosa entregada con todas las consecuencias y así se lo expresé agradecida.
Seguimos caminando con el deseo de aportar todo lo posible para una Iglesia acogedora que escucha la total polifonía, donde nadie quede fuera.
María Luisa Berzosa, FI – Roma