Este jueves 22 de mayo se celebró la clausura de la Congregación General con las palabras finales de la Superiora General, Graciela Francovig. Este momento, “se abrió” para que las comunidades de Hijas de Jesús de todo el mundo pudieran conectarse vía Zoom y participar de este acto tan significativo, compartiendo juntas el envío y la alegría de saberse cuerpo en misión.
Desde el inicio se respiraba un ambiente de alegría y gratitud por la posibilidad de encontrarse, aunque fuera a través de una pantalla, después de un mes intenso de haber seguido de cerca la Congregación General. Las hermanas expresaban con entusiasmo la emoción de ver los rostros de tantas HIjas de Jesús en distintas partes del mundo y de poder hacerse partícipes de este último acto de la Congregación General.
En sus palabras de clausura, Graciela recordó cómo esta Congregación General se desarrolló en medio de acontecimientos eclesiales históricos. Comenzó con la conmoción por la muerte del Papa Francisco, la participación en su funeral y el acompañamiento en oración por el cónclave que eligió a su sucesor, el Papa León XIV. Este contexto marcó la experiencia de las congregadas, que se sintieron parte viva de la Iglesia en un momento de transición.
Graciela agradeció el proceso vivido durante estos 31 días, destacando el ambiente de escucha, discernimiento y corresponsabilidad. Subrayó que desde el primer momento las congregadas asumieron con seriedad el envío recibido y la responsabilidad compartida de buscar juntas, con sinceridad y apertura, lo que Dios quería para la congregación en este tiempo.
Entre los frutos del trabajo, se destacó la aprobación de los nuevos Estatutos de Administración Económica, resultado de un largo proceso iniciado por recomendación a la Superiora general en la Congregación General anterior.Uno de los momentos centrales fue la elaboración de la Determinación, concebida como un único núcleo integrador, que ayude e impulse la congregación y a cada Hija de Jesús en todas las dimensiones de la vida.
En su mensaje final, recordó que vivimos un Jubileo de la Esperanza, y evocó con ternura a María, que con su «sí» hizo posible la obra de Dios, y a la Madre Cándida, modelo de disponibilidad y confianza.
Agradeció profundamente al Padre que ha hecho posible este camino y de manera particular a las congregadas por su corresponsabilidad, a la comunidad de la Casa Curia, a las traductoras, a quienes colaboraron en la comunicación, y a todas las que han sostenido con la oración y el aliento.
Visiblemente emocionada, dio gracias a las consejeras salientes por su entrega durante el sexenio anterior y acogió con esperanza a las cuatro nuevas consejeras elegidas, animándonos a todas a permanecer unidas, a confiar en unas en otras como Dios confía en nosotras, y a seguir teniendo fe en la obra que Dios va realizando.
“Seguimos unidas en el deseo de ser verdaderas Hijas de Jesús”
Concluyó Graciela, enviando a todas a vivir con alegría y esperanza esta nueva etapa congregacional.


