En la Carta 45, nuestra Superiora General Graciela Francovig nos compartió algunas noticias del Cuerpo que nos invitan a la gratitud, a la solidaridad y a mantener viva la esperanza. Entre ellas, nos habló del caminar de nuestras hermanas en Mozambique, que están viviendo un tiempo de cambios, búsquedas y nuevos comienzos.
Hace apenas unos días celebramos la fiesta de Pentecostés, que nos recuerda el envío misionero y la acción del Espíritu que impulsa a salir, a anunciar, a acompañar y a sembrar esperanza en medio de los pueblos. Con ese mismo Espíritu, nuestras hermanas continúan su camino en Mozambique.
A mediados de febrero, la Iglesia y el pueblo de Metoro y Maputo despidieron con mucho cariño a las hermanas, después de años de presencia y servicio en esa tierra tan querida para nosotras. Desde entonces, iniciaron su viaje hacia Inhambane, donde ya las esperaban dos hermanas llegadas desde Maputo. Este es para ellas un tiempo de conocimiento, de adaptación, de encuentro con nuevas realidades y de primeros pasos en una misión que recién comienza. Nuestra hermana Kenia Cedeño, de República Dominicana , después de haber estado en Brasil un tiempo, preparándose para esta misión, aprendiendo portugués para poder comunicarse y compartir mejor con el pueblo mozambiqueño, como indicaba Graciela en su carta, ya se encuentra también en Inhambane.


Por su parte, María Aparecida Ramos continúa en Pemba finalizando los acompañamientos psicosociales a personas que han vivido los duros traumas de la guerra que azotó recientemente la región. Después de discernirlo juntas, expresa Graciela, entendieron que no podíamos retirarnos sin concluir este servicio tan necesario para quienes más sufren. Durante estos meses, Aparecida está viviendo junto a las Hermanas Pastorcitas de esa ciudad.
Además, María de la O Martínez, delegada de Mozambique, acompaña de cerca este movimiento y nueva presencia. Estuvo en Mozambique antes de la CGXIX para coordinar lo necesario con las hermanas de esta Congregación y conocer personalmente la nueva misión en Inhambane.


Como nos recordaba Graciela en su carta, este tiempo ha supuesto para nuestras hermanas muchas salidas. No solo desplazamientos geográficos o cambios de diócesis, sino también salidas interiores, al tener que dejar lugares y personas entrañables, donde la necesidad es tan grande y donde, humanamente, sentimos que nunca deberíamos irnos.
Hoy queremos agradecer profundamente los 20 años de presencia de las Hijas de Jesús en Metoro y Pemba, y todo el bien sembrado en tantas vidas por medio de su entrega paciente, abnegada y profética de tantas Hijas de Jesús en estos años. A todas ellas, en nombre de la Congregación: ¡gracias, queridas hermanas!
Con gratitud y esperanza, compartimos estas noticias que, como dice Graciela, nos mueven a salir, a buscar y a confiar en que Dios sigue haciendo camino con nosotras, allí donde se nos envíe.

