En el marco del Año Jubilar 2025, bajo el lema “Peregrinos de esperanza, por el camino de la paz”, del 8 al 12 de octubre se celebra en Roma el Jubileo de la Vida Consagrada, un encuentro que reúne a religiosas y religiosos de todos los continentes, pertenecientes a la diversidad de formas de vida consagrada: institutos religiosos, sociedades de vida apostólica, institutos seculares, vírgenes consagradas, contemplativos, eremitas y nuevas formas que enriquecen el rostro de la Iglesia.
El Gobierno General y la comunidad de las Hijas de Jesús de la Curia participan de estos días jubilares, sumándose con alegría al gran mosaico de lenguas, culturas y carismas que testimonian la acción del Espíritu en la Iglesia.
Peregrinas de esperanza en espíritu sinodal
El Jubileo —fruto de la colaboración entre el Dicasterio para la Evangelización y el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica— ha convocado a miles de consagradas y consagrados que, peregrinando en espíritu sinodal, celebran el don de su vocación y renuevan su compromiso de ser signo de esperanza para el mundo.
Entre los momentos centrales, las Hijas de Jesús participaron en la Vigilia de oración en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Ángel Fernández Artime, Pro-Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y en la Santa Misa presidida por el Papa Leon XIV en la Plaza de San Pedro.



Palabras del Papa León XIV a los peregrinos
El Papa Leon XIV, en su homilía, profundizó en el significado de la Vida Consagrada a la luz del evangelio de este día:
«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.» (Lc 11,9).
Con estas palabras, Jesús nos invita a dirigirnos con confianza al Padre en todas nuestras necesidades.
“Pedir”, “buscar”, “llamar” —los verbos de la oración usados por el evangelista Lucas— son actitudes familiares para ustedes, habituados por la práctica de los consejos evangélicos a pedir sin exigir, dóciles a la acción de Dios. No es casual que el Concilio Vaticano II hable de los votos como un medio útil «para traer de la gracia bautismal fruto copioso» (Const. dogm. Lumen Gentium 44). “Pedir”, de hecho, es reconocer, en la pobreza, que todos es don del Señor y dar gracias por todo; “buscar” es abrirse, en la obediencia, a descubrir cada día el camino que debemos seguir para alcanzar la santidad, según los designios de Dios; “llamar” es pedir y ofrecer a los hermanos los dones recibidos con corazón puro, esforzándose en amar a todos con respeto y gratuidad.
Concluyó su homilía alentando a los consagrados vivir con sencillez y autenticidad su consagración, con estas hermosas palabras tomadas de san Pablo VI:
Queridos hermanos y hermanas, el Señor, al que han dado todo, les ha correspondido con tanta hermosura y riqueza, y yo quisiera exhortarles a atesorarlas y a cultivarlas, evocando como conclusión algunas expresiones de san Pablo VI: «conservad —escribía a los religiosos— la sencillez de los “más pequeños” del Evangelio. Sabed encontrarla en el íntimo y más cordial trato con Cristo o en el contacto directo con vuestros hermanos. Conoceréis entonces “el rebosar de gozo por la acción del Espíritu Santo” que es de aquellos que son introducidos en los secretos del Reino. No busquéis entrar a formar parte de aquellos “sabios y prudentes”, […] para quienes tales secretos están escondidos. Sed verdaderamente pobres, mansos, hambrientos de santidad, misericordiosos, puros de corazón; sed de aquellos, gracias a los cuales el mundo conocerá la paz de Dios» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelica testificatio, 54).



Celebrando la vida consagrada en comunión
Están siendo jornadas de profunda comunión eclesial, donde cada momento está marcado por la alegría del encuentro y el gozo de saberse peregrinas de esperanza. Junto a tantas vocaciones consagradas de todos los continentes. Todas estamos invitadas a unirnos desde donde estemos a este tiempo de gracia.
Seguiremos acompañando a estas peregrinas, en el caminar que continuará en estos días con una agenda cargada de encuentros y celebraciones. Este Jubileo nos recuerda que la vocación es un camino compartido, que crece y se renueva en la cercanía, la oración y la solidaridad con todas las personas consagradas.