A cada Hija de Jesús, ¡felicidades!
Te deseo felicidad porque hoy celebras tu nombre, Su nombre, porque llevas el nombre de Jesús. No sólo es tu onomástico, es una realidad, Dios salva. Llevas un nombre digno de ser celebrado.
“Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados…, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’.” (Mt. 1, 21-23)
Su nombre dice de Él, su nombre es su programa de vida. Jesús es nombrado por lo que hace. “A Dios nadie lo ha visto nunca” (1 Jn. 4, 12), Jesús nos lo ha dado a conocer. “En esto se hizo visible entre nosotros el amor de Dios: en que envió al mundo a su Hijo único para que nos diera vida” (1 Jn. 4, 9). ¡Cómo no celebrar que Dios nos salva y cómo nos salva!
Toda vida cristiana, participación de la vida del Señor, está llamada a identificarse con Él, Él nos dice cómo estar en el mundo.
Pero si te llamas Hija de Jesús… “según la gracia con que las ayudará el Espíritu Santo, han de tener ante los ojos a Dios como Padre. Se pondrán en sus manos con total confianza… para trabajar a mayor gloria divina en bien de los prójimos…procurarán amar con toda su persona a Jesús, Dios hecho hombre por amor nuestro, buscando en todo parecerse a Él como un hijo se parece a su padre; y seguir sus huellas…” (CFI 136)
Te deseo felicidad porque la felicidad es posible. Es posible y alcanzable al nivel de todo lo humano, es verdad, limitadamente.
Felicidades por tu nombre. Y un nombre que contenga un proyecto de vida estará sujeto a un proceso de crecimiento…
Felicidades si estamos identificadas con Jesús. ¡Ojalá, cada día lo estemos un poco más!