Hace poco más de un año convocaba este tiempo de preparación para el 150 aniversario de nuestra fundación. Invitaba a agradecer lo recibido, a descubrir la fecundidad de nuestra historia y a profundizar en nuestra identidad carismática.
Hoy podemos decir que esto lo hemos vivido con ánimo, entusiasmo y comunión y nos encontramos ya en esta gran celebración de acción de gracias.
Desde Salamanca, en vísperas de esta gran fiesta, quiero enviar un saludo fraterno a las Hijas de Jesús y a los laicos de la Familia Madre Cándida, educadores, jóvenes, a nuestros alumnos. Los invito a ser generosos en el agradecimiento, a vivir la comunión, la esperanza y la reconciliación con el Dios de la vida y entre nosotros. Y al compromiso de alentar la audacia que nos da la fe, de mantener viva la herencia que hemos recibido.
Queremos seguir discerniendo, comprometernos con los jóvenes, con los educadores en esa red universal que anhelamos, con el cuidado del medio ambiente y de las relaciones entre nosotros, estar atentos a nuevos caminos de la Familia Madre Cándida, estar cerca y ser presencia amiga de los inmigrantes y refugiados.
Nos invitamos a seguir buscando los caminos que más ayuden a que todas las personas tengan vida, esa vida que Dios Padre quiere regalarnos.
En el cierre de esta gran celebración seamos conscientes de que transitamos un tiempo eclesial privilegiado, el del camino sinodal al que nos invitó el Papa Francisco, un aire que estamos respirando en todos los lugares de nuestro mundo.
La Madre Cándida siempre nos ha llevado a Jesús, “en Jesús todo lo tenemos y sin Él todo lo tenemos perdido”. O, como también nos decía sencillamente en alguna de sus tantas cartas, “en Jesús está todo el bien” (CMF TI, 86)
Siguiendo a Jesús no nos podremos perder, nos decía San Ignacio en su Diario espiritual. Dejemos que el Espíritu Santo de Dios sea quien nos conduzca, quien nos guíe, y nosotros sencillamente secundemos su acción, que nos acercará a aquello que soñamos como voluntad de Dios.
Por último, deseo enviar un saludo a nuestras familias, nuestros padres, madres y hermanos que nos han acompañado en este sueño de la vocación personal. Muchas Hijas de Jesús están acompañando a sus madres o padres en momentos de mucha fragilidad y enfermedad, otras acaban de verlas partir.
A todos los amigos de la Congregación –laicos, sacerdotes y otras congregaciones- gracias por el apoyo, la colaboración y el camino que juntos fuimos haciendo.
Que esta celebración nos ayude a confirmar la fe en lo que nos da origen para seguir soñando y proyectando futuro juntos.
Que la Madre Cándida siga acompañándonos e inspirándonos.
Graciela Francovig, Superiora General