loader image

2 de abril de 1869, por Teresa Zugazabeitia FI

Abr 1, 2016 | España-Italia, Hijas de Jesús, Noticias

Qué hace una chica vasca, de 23 años, en un altar lateral, en una iglesia apartada, San Felipe de la Penitencia, un 2 de abril de 1869, en Valladolid?
Trabaja en la familia del magistrado Sabater.
Hoy es Viernes Santo. Libre de tareas domésticas, se acerca a ese rincón lateral para estar con su Dios Jesús. Frente al retablo de la Sda. Familia, contempla enardecida el amor entregado en la Cruz.

No es la primera vez que encontramos ahí a Juana Josefa. Ha pasado ya el invierno con sus densas nieblas del Pisuerga, cuando por las mañanitas, antes de empezar sus quehaceres domésticos, se acerca al encuentro diario de oración y eucaristía.
Junto a ese altar lateral hay un confesonario. En el diálogo pastoral del sacramento de la reconciliación, ha encontrado la persona idónea en quien confiar sus inquietudes, deseos, mociones y anhelos: es el jesuita P. Miguel. Le ha conocido porque los Sres de Sabater son amigos de Juan San José, hermano del P. Miguel que, desterrado de León por la política revolucionaria, se ha refugiado en casa de su hermano. Vive su ministerio sacerdotal en esta iglesia. 

Ella ya tiene clara su opción fundamental. Está resuelta: “Yo sólo para Dios, amatxo”. Y en Tolosa, junto a la estatua de S. Ignacio, “Santo mío, yo quiero ser lo que tú eres, yo quiero hacer lo dice ese libro”, pero la manera de “ser” y “hacer” no la tiene nada claro
Es una persona en salida; en búsqueda, como diría hoy nuestro Papa Francisco.
Años más tarde escribirá: “…al fin del mundo iría yo en busca de almas” .

Juana Josefa es fácil para la relación social. También comunicativa. Está acostumbrada a comentar las cosas del alma y buscar y discernir y decidir con D. Martín Barriola, el párroco de su pueblo, Andoain; después en Burgos con los jesuitas PP. Sureda y San Juan. Es providencial el encuentro con el P. Miguel. Ella está anclada en manos de Dios… pero de tejas abajo siente la incertidumbre: qué hacer con su vida. Ya tiene 23 años…

También el P. Miguel está en trance de discernir sus luces y mociones. Abogado, vocación tardía, persona de oración, también en salida, en búsqueda de la mayor gloria de Dios y bien de los prójimos, como jesuita que es.
Le están rondando unos anhelos apostólicos al contemplar la sociedad de aquella España de finales del siglo XIX, enmarañada política y socialmente. Las decisiones laicistas quieren desterrar el Catecismo de las escuelas. Él mismo es víctima de este acoso.
A sus cincuenta años puede conjugar ya los sueños y la acción. Anda cogitando cómo podría combatir las fuerzas del mal; cual sería la mayor gloria de Dios y el bien de los prójimos. 
Y piensa en la educación como fuerza de resurrección; esa educación que agarra a la entera persona. Estaría bien una Congregación femenina formada por maestras que ocuparan la palestra de la educación de la mujer, tan relegada de la cultura. Insistiendo en la enseñanza del Catecismo para los niños. Por la mujer alcanzaría la familia toda, célula germinal de la sociedad… Por ahí andaban los sueños del buen P. Herranz.

2 de abril 1869. Viernes Santo. Juana Josefa fija su mirada en el retablo de la Sagrada Familia de ese altar lateral mientras contempla amorosamente la Pasión de su Dios Jesús.

Ahí está el  Espíritu de Dios. Stabat Mater, también. Es Viernes Santo.
Y su Dios Jesús se le comunica de manera sorprendente. La presencia de Dios es inefable; difícil de ser verbalizada. El P. Herranz también recibe dones de revelación. Ambos, comparten su experiencia. Se va haciendo luz en el camino.

Ardua es la misión: fundar una Congregación: HIJAS DE JESÚS, consagrada a la educación.

Los dos, después, como María de Nazareth, se preguntarían:
“…cómo ha de ser esto”? Si Juana Josefa apenas lee comprensivamente los textos de su devocionario…
No importa. Nada hay imposible para Dios. El Espíritu los cubrirá con su sombra…

El P. Herranz alentaría después, en Salamanca, al grupo de cinco jóvenes que iniciaban la andadura congregacional: “sois pocas en número… no importa… la obra no es vuestra, es de Dios y Él sabe y conoce los instrumentos que escoge… llegaréis a ser una Congregación de unión, de verdadero y fructífero apostolado llevando siempre por estrella de vuestros caminos a María Inmaculada.
El nombre de Hijas de Jesús… son la garantía de vuestras esperanzas, el consuelo de vuestros trabajos, la corona de vuestros triunfos”.

Ésta fue la vivencia hontanar del Rosarillo. El P. Herranz la llamaría “el Nazareth del Instituto”.
Nos ha quedado un icono de aquella experiencia: el IHS de la M. Cándida. Tan especial, tan distinto de tantos otros anagramas del nombre de Jesús.

En el nombre HIJAS DE JESÚS, la M. Cándida concentra, designa y declara esta vocación en la Iglesia. La expresión externa es el IHS: el nombre de Jesús.

Frente a aquel retablo lateral, largo tiempo ha debido Juana Josefa estar contemplando el misterio.
Hasta el diseño de las letras, la disposición de la cruz y los rayos que enmarcan al Espíritu se le han quedado en la retina: una concentración de rayos, una superposición de planos: el del Espíritu y el del IHS… y quizá esté ahí la inspiración icónica del IHS de la M. Cándida.

Históricamente no podríamos aventurar más; sólo notamos las posibilidades racionales de inspiración.

Teológicamente, el diseño simbólico podría expresar la plenitud de la salvación, el misterio pascual: Jesús muerto: cruz y clavos.
Pero también exaltado, glorificado: los rayos en toda iconografía religiosa han sido siempre una evocación de lo numinoso de la divinidad. En la cristiana, de santidad, de glorificación.
Y la glorificación en Juan, es EL KYRIOS, EL SEÑOR que proclama Pablo en Filipenses.

Entonces el IHS que la M. Cándida lega a su Congregación sería ese nombre de JESÚS que toda
lengua confiesa: “CRISTO JESÚS ES SEÑOR PARA GLORIA DE DIOS PADRE” Fil.2,11.

                                                                                  
Por Teresa Zugazabeitia FI
Bilbao 1 abril 2016

Hemos seguido de cerca la “Reseña histórica” del testigo ocular García Alcalde S.I. que acompañó desde el principio los avatares del Congregación y convivió comunitariamente dos años con el P. Herranz en el colegio de La Guardia. 

Bájate aquí el documento completo

Hijas de Jesús
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.