La esperanza abre puertas a través de muros que parecen impenetrables
El tercer día del Jubileo estuvo marcado por experiencias que movieron el corazón al compromiso con una esperanza concreta, encarnada en la fidelidad cotidiana. La jornada comenzó con la celebración eucarística en el Aula Pablo VI, donde participaron todas las formas de vida consagrada.
Siguieron el saludo de la Hna. Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; los testimonios de personas que compartieron cómo viven y sostienen la esperanza en medio de los desafíos diarios; la intervención del P. Giacomo Costa, SJ, consultor de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos; y un emocionante encuentro con el Papa León XIV.



Escuchamos juntos al Espíritu
Las Hijas de Jesús, presentes en el Jubileo, nos comparten: «Fue un día para escuchar juntos al Espíritu, porque es imprescindible la escucha mutua. Recordamos las palabras del Papa Francisco:
“Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía.”
Y resonó entre nosotros la certeza de que Dios tiene una partitura donde todos entramos. El proceso sinodal nos recuerda esta fuerza de comunión que sostiene a la Iglesia.
Los testimonios dieron rostro a la esperanza que se hace carne en la vida: permanecer donde la existencia está herida, acompañar a quien está solo, cuidar la vida vulnerable y hacer de la Iglesia un lugar seguro. La esperanza se vuelve profética cuando no sucumbimos ante la indignación y elegimos construir puentes entre las partes que amenazan romperse.
“La esperanza es como un camino en el campo: nunca hubo un camino, pero cuando mucha gente lo recorre, el camino se hace realidad.” — Lin Yutang
En este Jubileo entramos por una puerta. Jesús nos dice: “Yo soy la puerta, yo soy el buen pastor.” Esa puerta nos invita a salir al encuentro, a cruzar hacia quienes viven tras muros infranqueables. El proceso sinodal es también esto: un camino relacional donde las puertas se abren para acoger e incluir. La creación entera habla de esta armonía entre formas de vida diversas; entrar juntos en el banquete de la vida es la invitación que Dios hace a todos los pueblos.



Un sencillo y cálido encuentro con el Papa León XIV
El encuentro con el Papa León XIV fue expresión de su sencillez y calidez, breve y profético. Nos recordó que la interioridad, cultivada en la oración y en la comunión con Dios, es el lugar donde arraigan los mejores frutos del bien según el orden del amor. Desde esa fuente silenciosa brota la chispa que animó nuestros comienzos y que hoy vuelve a encender la esperanza. Unidas a Cristo, nuestras pequeñas luces se convierten en parte del gran plan de paz y salvación que Dios teje para la humanidad. En este tiempo de camino sinodal, el Papa nos invitó a ser “expertas en sinodalidad”, viviendo la escucha mutua, el diálogo y la participación como testimonio profético dentro del Pueblo de Dios. En un mundo que anhela armonía y sentido, las personas consagradas somos llamadas a ser portadoras de esperanza y paz, sembrando comunión allí donde la vida se fragmenta, y recordando que nuestra confianza no se apoya en números ni en obras, sino en Aquel para quien nada es imposible.
Por la tarde, los distintos grupos de vida consagrada se reunieron en diversos lugares de Roma para conversar en el Espíritu según sus carismas. La jornada concluyó con una oración por la paz, celebrada en diferentes iglesias del corazón de la ciudad»
Seguimos muy unidas a toda la Vida Consagrada peregrina de esperanza por los caminos de la paz, que estos días se reúne en Roma.