El pasado mes de octubre de 2021 se inicio el Sínodo de la Sinodalidad, con los tres ejes ya conocidos: Comunión-Participación-Misión. Se anunciaba como un proceso, no como un hecho puntual. Y este proceso tiene etapas distintas que van a culminar en una Asamblea en octubre de 2023.
Me permito recordar, para situarnos mejor, cómo es la organización y el modo de trabajo que se va llevando adelante desde la Secretaría General del Sínodo.
El Secretario General es el Cardenal Mario Grech, ayudado por la vicesecretaria Nathalie Becquart, francesa, religiosa de la congregación Xaviere, y el subsecretario Luis Marín Osa, religioso agustino, español.
Podemos decir que esta secretaría tiene unos brazos alargados para su tarea que son las cuatro Comisiones: Teología, Metodología, Comunicación y Espiritualidad; yo pertenezco a la última y como cada una de ellas tiene su propio ritmo y agenda de trabajo, en ella hemos hecho subgrupos temáticos y yo coordino el de Ejercicios Espirituales.
Nuestro primer encuentro presencial fue en octubre, después hemos seguido trabajando de este modo o en línea, según posibilidades. Pero la última semana de abril nos hemos reunido en Roma las cuatro Comisiones, casi 80 personas y ha sido muy enriquecedor el encuentro por varios motivos: convivencia universal por la diversidad de países de procedencia, trabajo intenso pero entusiasta por la tarea encomendada, momentos de oración, tiempos informales, intercambio de grupos …Al final hemos afirmado con convicción que:
“Es el tiempo del Espíritu”, “la sinodalidad ha venido para quedarse”, “la iglesia del futuro es sinodal o no será”, “necesitamos colaborar con el Espíritu”, etc. etc.
Ahora estamos concluyendo la primera de las etapas indicadas en el proceso: Diocesana; están llegando multitud de aportaciones de todo el mundo y ya la Secretaría General está implementando grupos e instrumentos de trabajo para correspondientes síntesis. Quizá hemos tenido ocasión de participar en la asamblea final de la propia Diócesis y puede ser que el resultado no haya sido el esperado, porque faltan temas urgentes, porque no se ha seguido fielmente la recepción de las aportaciones, por diversas causas, pero cuando se va teniendo una visión más global se cae en la cuenta de que el camino que se va haciendo en un modo de ser iglesia sinodal, no es lineal -no puede serlo-sino que ciertos temas aparecen muy sugeridos en diversos contextos y hay coincidencias interesantes y muy universales.
Y los clamores del Espíritu no aparecen solamente por repetición temática sino por insinuaciones, deseos, proyectos, sueños… que empujan en una dirección y una vez más recordamos la actitud fundamental y más sinodal: la escucha de unos a otros y juntos al Espíritu para discernir los caminos para ser una iglesia presente y futura cada vez más sinodal.
Y no faltan resistencias y hasta oposiciones, al Concilio Vaticano II de donde venimos y a instancias y personas actuales que guiadas por el Espíritu quieren llevarlo adelante. Pero no nos dejemos paralizar sino caminemos con confianza y sumando todas las voces, no dejando a nadie fuera. Y desde ahí nos abrimos a la etapa continental, como próximo capítulo.
Puede ayudarnos visitar de vez en cuanto la web, leer la newsletter y ver cuántos materiales llegan diariamente con una creatividad impresionante. Es un modo de asomarnos a la iglesia universal y ver todo el rico colorido que nos une en lo fundamental y nos ofrece el don de la diversidad.
A partir de septiembre iremos dando cuenta mensualmente del proceso seguido.
María Luisa Berzosa FI