loader image

Aniversario de la canonización de la Madre Cándida

Oct 16, 2024 | Hijas de Jesús, Noticias

El aniversario de la canonización de Madre Cándida es siempre una ocasión propicia para hacer memoria agradecida del acontecimiento, pero sobre todo para preguntarse:

¿Qué es la santidad? ¿Puedo llegar yo tan lejos como ha llegado M. Cándida?

La llamada que Dios nos hace a la santidad no es una «carga» que debamos asumir, una cruz que llevar, sino una invitación a entrar en la dinámica de su amor, que es gratuidad, don. Lo subraya el Papa Francisco:

«En el inicio de nuestro ser cristianos no están las doctrinas y las obras, sino el estupor de descubrirnos amados, antes que cualquiera de nuestras respuestas. El Evangelio nos recuerda la verdad de la vida: «somos amados».

Ser santo es, ante todo, dejarse envolver por el amor de un Dios que «nos sana y nos transforma, dilata nuestro corazón y nos predispone al amor», lo demás viene por sí solo. Aceptar, en efecto, que somos amados por Él significa abrir las puertas al Espíritu que tiene el poder de transformarlo todo y, por tanto, también nuestro corazón.

La Madre Cándida hizo exactamente esto: se dejó amar y transformar, dejándonos un hermoso testimonio de este amor, su vida entregada a los demás. La belleza de nuestra vocación a la santidad reside en el hecho de que Dios nos eligió incluso antes de venir al mundo para realizar su plan de salvación, un plan que cada uno de nosotros debe descubrir discerniendo pacientemente en la oración los signos que Dios mismo nos envía.

Ella comenzó su camino de santidad en el momento en que escuchó la llamada del Señor y decidió ser toda y «solo para Dios». Esto fue de principio a fin. Pensando en el día de su canonización, cuando la vida y la obra de la Madre Cándida se convirtieron en historia y en ejemplo de santidad en la Iglesia, me invade no tanto la emoción, sino la gratitud a Dios que ha querido que yo forme parte de esta historia, prolongación -como toda Hija de Jesús- del deseo de Santa Cándida de llevar el Evangelio hasta el fin del mundo.

Recuerdo y vuelvo a ver sus ojos grandes y profundos, reflejando paz, su mirada proyectada hacia otro horizonte, «el Otro», fijando esa meta ya cierta en su vida, porque cierta y palpable era la promesa que Dios le había hecho de ser un instrumento dócil en sus manos. Ojos desde los que transpira bondad, ojos que ciertamente han llorado en los momentos duros en los que todo parecía ir en su contra, pero que nunca perdieron el horizonte… Vuelvo en mi mente a aquel 17 de octubre de 2010… Me repito que la santidad no se alcanza haciendo grandes cosas, sino las pequeñas cosas cotidianas con gran caridad y fidelidad al plan de Dios sobre nosotros, con alegrías y sufrimientos, como ella que supo vivir y practicar esa «indiferencia» ignaciana que la llevaba a desear hacer sólo la voluntad de Dios.

La Madre Cándida quería ser santa y que sus hijas también lo fueran… «santificarse» y «santificar al prójimo», pero no creo que pensara en la santidad de los altares y, sin embargo, verla santa es uno de los regalos más hermosos que Dios nos podía hacer porque, como todos los santos, es un faro iluminador que nos exhorta constantemente a no tener miedo a desear la santidad porque es a lo que estamos destinados desde la eternidad. Y que este feliz día en que recordamos la canonización de nuestra Madre Cándida sea vivido por todas las Hijas de Jesús con gran alegría y esperanza, siempre dispuestas a ir «¡a los confines del mundo en busca de almas!».

Gracias Santa Cándida.

Caterina Ciriello FI, Roma

Hijas de Jesús
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.