El día dos de abril de 2023, Graciela Francovig ha iniciado la visita canónica a algunas casas de Filipinas, de la Provincia Índico-Pacífico, como nos decía en su última carta.
El dos de abril es una fecha significativa siempre, memoria del Rosarillo para la Familia M. Cándida. Pero, además, este año ha coincidido que era Domingo de Ramos. El viaje se iniciaba en Roma por la noche. Llegaba a Manila transcurridas veinticuatro horas, contando con el cambio de hora por la diferencia de huso horario.,
Una acogida familiar, llena de cariño, de un “por fin nos conocemos personalmente”, o un “cuánto hemos deseado que llegara este momento” son rasgos que se repiten en un país y en otro, por no hablar de esos lazos que se estrechan. Hay, además, un invisible intuir de lo que podría haber sido el encuentro de la Madre Cándida con las hermanas de otras lenguas, culturas, pueblos, a tanta distancia de donde ella se movía; del encuentro de la Madre, pobre como se sabía en tantos aspectos, con una Congregación tan extendida, con unas obras educativas y pastorales que miran a Jesús como ella enseñaba y quería que fuera.
¿Qué será lo diferente que se encuentra aquí? Sobre todo, una especie de delicadeza añadida, una finura sutil que marca los mil detalles.
Poco después de la llegada, tras los recientes cambios, se celebró el encuentro con el gobierno que acaba y con el empieza. De ese momento me quedo con la sencillez del “traspaso”, el sabernos en misión sea cual sea el oficio que en un momento u otro se nos pida, y el ayudarnos unas a otras para que sean las cosas de Dios lo que vaya adelante.
Luego, la visita a Mater Dei, casa provincial, en pleno triduo pascual; el viaje en avión a Iloilo, acompañada de la Provincial, y la presencia alegre de la comunidad; el cariño del colegio Hijas de Jesús, que se convierte en canción y en danza “Laudato Si”. Y una entrevista, y otra y otra, hablando de nuestra vocación con cada hermana.
Ni la casa de Tahanan, enfermería, ni Manresa, casa de Ejercicios, ni el Noviciado de Asia Oriental eran visitados los días que estuvimos en Manila, pero también hemos disfrutado de vernos y hemos compartido la eucaristía, que es compartir mucho, y en días así te das cuenta.
Sirvan estos apuntes para sostenernos unas a otras y unirnos en la oración: que lo que estas hermanas viven siga siendo tiempo de gracia.
María Teresa Pinto FI