El sábado 12, fiesta del Dulce Nombre de María, fuimos invitadas a celebrar junto a nuestra hermana Matilde Ballesteros este feliz aniversario de sus primeros votos realizados el 8 de este mismo mes, hace ya 50 años.
Antes de la hora prevista llegamos a Regina Pacis y nos encontramos con las hermanas que allí viven y también con Pina que llegó desde Caivano.
Los saludos fueron de lo más variado: gestos, sonrisas, codazos, besos al aire, miradas, con mascarilla, sin ella (siempre guardando las distancias), abrazos transgresores… ¡Cuánta creatividad se nos impone! pero, como queríamos expresar nuestra alegría y cariño, encontramos muchos medios para ello.
Mientras nos aliviamos con agua fresca, llegó nuestro amigo Cipri Díaz-Marcos sj, para celebrar juntos la eucaristía. La verdad es que las hermanas habían preparado todo con exquisito detalle y esto nos hizo gozar mucho desde el primer momento: facilitar, salir, inquietud… modo de estar, andadura de tus pasos, la melodía que haces sonar, como el soplete de la gaita… así se refería Anna Maria Martin a Matilde en la monición de entrada.
Cantos, peticiones, ofrendas, renovación de votos, acción de gracias… tantos momentos participados por todas a lo largo de la celebración, con hondura y familiaridad, sintiéndonos con el corazón en fiesta, renovando nuestro sí, rescatando lo fundamental que nos sostiene en el paso del tiempo, siempre apoyadas en la fidelidad que el Señor nos regala.
Los textos de la Palabra elegidos para esta celebración también nos ayudaron mucho, especialmente el evangelio de las Bodas de Caná y el Salmo 15. Cipri los fue comentando con profunda sencillez y cercanía: comienzo del ministerio público de Jesús, vino nuevo, señal, manifestación; este vino se hace entrega, mesa compartida, mandato nuevo, permanencia, servicio, entrega hasta el extremo… Una manifestación que llega de mano de una mujer, decálogo con el ser humano desde y en lo cotidiano; Matilde fue invitada a todo esto y hace 50 años dijo “hágase en mí tu evangelio” y continúa siendo cauce de Dios en el mundo, vino nuevo y generoso, preguntándose «cómo te pagaré, Señor, todo el bien que me has hecho…».
Tuvimos presente a la entera Congregación, muy unidas sobre todo a las 13 hermanas que en esta semana han celebrado también este aniversario en los distintos lugares.
Después la fiesta continuó con la música gallega y el baile de la tierra, en la mesa compartida donde degustamos las ricas viandas que nuestras hermanas habían preparado con tanto esmero; la charla animada se prolongó con mucho gusto y nos resistíamos a terminar, porque corría el vino nuevo del evangelio, pero por fin nos despedimos con la profusión de saludos aún más creativos que al inicio.
Fue una celebración festiva que nos devolvió a casa experimentando que ardía nuestro corazón, que han crecido nuestros deseos de seguir siendo ese vino nuevo de encuentro íntimo y a la vez abierto, de mesa puesta para compartir, cuyo motivo es Jesús, el Señor de nuestra vida y el mundo que nos rodea.
Y también exclamamos: ¿Cómo te pagaremos, Señor, por tanto bien recibido?. Gracias, Matilde, por tu sí; contempla la mirada de Jesús, déjate mirar por unos ojos que ven más adentro…
¡Muchas gracias, hermanas de Regina Pacis!
María Luisa Berzosa, FI – Roma