Cada 22 de febrero, la Iglesia Católica celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. En esta celebración, tenemos presente a quien tiene la misión de liderar la Iglesia en el seguimiento de Cristo. Hoy nos unimos en oración por la salud del Papa Francisco, pidiendo al Señor que lo fortalezca y lo sostenga en su misión. Con gratitud, elevamos nuestra plegaria por su entrega generosa y su testimonio de fe al servicio de la Iglesia.
Este día es una ocasión para reconocer el ministerio del Papa como signo de unidad y servicio en la Iglesia; tras la finalización del Sínodo sobre la Sinodalidad, en la Homilía durante la misa de conclusión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa terminaba invitando a todas las personas:
“Y hoy, mientras damos gracias al Señor por el camino recorrido juntos, podremos admirar y venerar la reliquia de la antigua Cátedra de san Pedro, meticulosamente restaurada. Contemplándola con el asombro de la fe, recordemos que esta es la cátedra del amor, es la cátedra de la unidad, es la cátedra de la misericordia, según aquella orden que Jesús le dio al apóstol Pedro, no de dominar a los demás, sino de servirlos en la caridad”
Esta frase nos invita a celebrar hoy desde una perspectiva sinodal: una Iglesia que camina junta, escucha y discierne en comunión.
De la Cátedra como trono a la Cátedra como espacio de encuentro
Tradicionalmente, la Cátedra de Pedro ha sido vista como símbolo de autoridad y enseñanza. Hoy, inspirados por el Sínodo, podemos releerla como un espacio de diálogo y servicio, donde la autoridad se ejerce desde la cercanía, la escucha y la apertura al Espíritu.
Si recordamos esta imagen, en la que los padres y madres sinodales participaban en mesas circulares donde el diálogo era lo central, e incluso la mesa donde estaba el Papa apenas lograba distinguirse de las demás. Sin duda, esta experiencia nos invita a abrirnos a una nueva comprensión de esta fiesta, donde no se trata sólo de una cátedra que enseña, sino de una que aprende de su pueblo, que acoge la diversidad de voces y que busca caminos de comunión.
Una Iglesia que discierne
El Papa Francisco nos ha recordado que la sinodalidad no es un modelo pasajero, sino la esencia de la Iglesia. Celebrar la Cátedra de San Pedro después del Sínodo de la Sinodalidad, significa asumir con mayor responsabilidad el llamado a ser una Iglesia:
- En salida, que no teme encontrarse con las periferias.
- Participativa, donde cada bautizado tiene un rol en la construcción del Reino.
- Misericordiosa y profética, que ilumina la realidad con la luz del Evangelio.
Signos Concretos para la Celebración
Para vivir esta fiesta con una nueva mirada, podemos:
🗨️ Reflexionar en comunidad sobre lo aprendido en el Sínodo, discerniendo cómo aplicar sus frutos en nuestras realidades locales. Para esto puede ayudar retomar lo que María Luisa Berzosa González, FI; nos fue compartiendo en primera persona y que podemos encontrarlo en nuestra web.
📖 Orar y secundar lo que explícitamente nos propone San Ignacio con las “Reglas para sentir en la Iglesia” en los Ejercicios Espirituales. En ellas se invita a una gran acogida de la diversidad, que podemos ver por ejemplo siguiendo la indicación a “Alabar…”, que aparece en 10 de las 18 reglas.
🫂 Favorecer espacios de diálogo, donde todos puedan compartir sus experiencias y expectativas sobre la Iglesia que estamos llamados a construir.
🌎 Reafirmar nuestro compromiso sinodal, promoviendo prácticas eclesiales más inclusivas y participativas.
Que esta celebración nos ayude a comprender que la autoridad en la Iglesia no es un poder que domina, sino un servicio que sostiene el caminar de todos. Como Pedro, todas las personas seguimos recibiendo hoy la pregunta de Jesús: «¿Me amas?» (Jn 21,16), y su respuesta sigue siendo un llamado para cada uno de nosotros: «Apacienta mis ovejas«.
Así, la Cátedra de San Pedro se convierte en un símbolo de una Iglesia sinodal, en camino y en comunión; signo de esperanza para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.