Como cada año, al final de curso, tanto en Málaga como en Granada, la “Casa Enfermería”, tiene como costumbre buscar un lugar apropiado para tener un día de excursión, de convivencia. Este año han tenido la feliz idea de unir estas dos realidades en un punto común… en Nerja (Málaga), lugar pintoresco y bonito, donde la Naturaleza nos regala un mar sereno y unas montañas llenas de vida.
Lugar primero de encuentro, la Parroquia de El Salvador.
Precisamente allí está ahora de párroco, D. José, que fue capellán de las Hijas de Jesús de Málaga y que guarda buen recuerdo de su estancia allí. Hora señalada las 12, participamos en la Eucaristía que tenía para el pueblo. Él nos recibió con cariño y cercanía. En la homilía habló con mucho cariño de las hermanas.
Después saludos, y un buen recorrido por el “Balcón de Europa”, un lugar amplio donde pudimos intercambiar saludos, conversaciones, donde tanto las Hermanas como el personal de la Empresa, que nos acompañaba, pudimos disfrutar de un bonito paisaje, unas con sillitas de rueda, otras con muletas o sencillamente del brazo de las que podían echar una mano, que no eran pocas…
Al principio nos dificultó ver el mar con claridad, lo impedía la bruma que hacía, pero poco a poco el sol se hizo presente y verdaderamente es un verdadero balcón… una gozada disfrutar de ese horizonte que se pierde en el infinito,
Cerca, al final de ese paseo estaba el restaurante que habían elegido las responsables para compartir la comida, juntas, un total de 58 ó 60 personas.
Un ambiente familiar, un comedor para nosotras, un personal muy agradable y una comida… mediterránea: “pescaitos”, ensaladas, refrescos, y muchas ganas de disfrutar unas y otras.
La bendición de la mesa fue: ( con la música de la” violetera”)
Unos tienen y no quieren. Otros quieren y no tienen
Y nosotros que tenemos y nosotros que queremos, ¡ le damos gracias a Dios!
El ambiente sereno, de alegría, de familia. Por un momento olvidábamos las “dolencias”, y venía a nuestro recuerdo muchas vivencias, experiencias compartidas con otras hermanas de la amplia Provincia de España.
Brindis, agradecimientos, alegría de sabernos familia, de sentirnos acompañadas en esta etapa de nuestra vida, poco fácil a veces, y de sentir la cercanía de la Congregación, a través de gestos sencillos y llenos de sentido.
Poco a poco pasó el tiempo y sobre las 5 de la tarde había que volver a los autocares.
Despedidas, ganas de volverlo a repetir y… con un oxígeno nuevo en nuestra vida. ¿Todo seguirá igual?, pero nadie nos quitará lo bien que lo hemos pasado, lo que nos hemos reído y disfrutado.
GRACIAS, MUCHAS GRACIAS a las organizadoras, que se repita, ya empezamos a pensar ¿dónde y cómo será el próximo año?
Por Matilde Blanco FI