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Curso de renovación: «Donde Dios se encuentra con nosotros»

noviembre 20, 2016

El martes 22 las hermanas del curso de renovación en Bolivia comenzamos los EE. Reinará el silencio. El silencio es el lugar donde Dios se encuentra con nosotros. Tenemos la suerte de poder acceder a él todos los días, pero en unos EE este silencio puede cobrar una dimensión distinta.
En este silencio todo desaparece para dejar paso a una Palabra, a una Voz, a una Luz, a una Presencia. Es Dios que sale a nuestro encuentro en un contexto siempre de afecto; en el que el yo lo que tiene que hacer es escuchar, entender y obedecer  a Aquél que lo es todo para nosotros.
Hay un solo objetivo, buscar la voluntad de Dios; y para ello debemos ordenar nuestro corazón de manera que nada ni nadie impida esa búsqueda. San Ignacio nos lo dice con toda claridad: “Hemos de quitarnos de todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de nuestra vida”.
Pues hagamos silencio. Pasemos a ese lugar santo, a ese momento de encuentro fascinante, a ese espacio donde solo se puede estar de rodillas porque, delante de Dios, ¿quién puede ser capaz de permanecer de pie? 
A veces no importa mucho cómo vengamos a EE pero, por lo menos, hemos de darnos cuenta de dónde y cómo está nuestro corazón. Hoy me valen esas palabras que dice Leonard Cohen en su canción “Aleluya” haciendo referencia al rey David y a sí mismo: “Y aunque todo salió mal, en pie permaneceré ante el Dios de la canción sin nada en mi lengua más que Aleluya”. No se puede decir más bonito.
Yo he llegado a este momento de mi vida en pie sólo porque  Él así lo ha querido, porque Él me ha sostenido, y mi acción de gracias únicamente puede ser estando yo de rodillas. Cuando nos paramos a ver  lo que Dios ha hecho con nosotros, cómo ha sido la historia de Dios en mí, entonces comprendemos lo pequeños que somos y que no hay nada ni nadie por encima de Él. Por eso mi alma canta constantemente con alegría, por eso mi corazón solo suspira por un Rey, el del Universo, Jesucristo, y por eso toda mi persona sólo quiere vivir para amarle y servirle. Y de mi boca confundida que salga siempre un Aleluya, como una declaración de amor.
Es hora de callar. Entremos en el reino del silencio.
Necesitamos oraciones. Sé que muchos estáis muy cerca de nosotras y nosotras queremos que nos deis la fortaleza y la disponibilidad ante el Señor que sólo vuestra oración nos puede dar. Nosotras también rezamos por la Entera Congregación, por la Entera Familia de las Hijas de Jesús y por vuestros quehaceres de cada día.

Pilar García-Junco fi

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