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Dadles vosotros de comer

Jun 21, 2025 | Liturgia - oración, Noticias

De Pentecostés al Corpus Christi: Un Camino de Amor

Terminamos el tiempo pascual con Pentecostés, el domingo pasado celebramos la Trinidad, y este domingo será la fiesta del Corpus Christi. La liturgia nos va ayudando a conocer internamente quién es verdaderamente Dios, y la palabra que mejor lo expresa siempre y en todo es AMOR. El evangelio de este domingo nos dice dónde está la clave de esta tradicional fiesta del Cuerpo del Señor. La clave es compartir, la clave es la multiplicación de los panes, a partir de lo que tenemos. Ahí está presente Jesús y nosotros participamos de su vida al compartir lo que tenemos. Es el modo de anticipar el modelo de sociedad (reino de Dios), donde reinará la fraternidad y la solidaridad de todos con todos. 

Evangelio de Lucas: El Pan Compartido es Multiplicado

En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». Él les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente». Porque eran unos cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: “Haced que se sienten en grupos de unos 50 cada uno”. Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos. Lc. 9, 11b-17

Presencia Real de Cristo: Misterio de Amor Sin Medida

El hoy Papa León XIV, antes Mons. Robert Francis Prevost, ofreció en la Solemnidad de Corpus Christi del año 2020, cuando era Obispo de Chiclayo (Perú), una homilía conmovedora. De ella rescatamos un extracto:

En este día de la Solemnidad de Corpus, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, queremos reconocer y celebrar a Cristo presente entre nosotros. Y por eso salimos a la calle, para manifestar al mundo nuestra fe, para dar testimonio y para llegar con el misterio de la Presencia de Cristo a todos. Es verdad que hay varias formas de la Presencia de Jesucristo en medio de nosotros, en la Iglesia y en el mundo. Hermanos, en la Eucaristía, Cristo está verdaderamente presente entre nosotros –y por su Cuerpo y su Sangre, nos hace a todos Iglesia– somos Iglesia y vivimos en comunión, unidos en Cristo. La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. (San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 1). Este es el gran misterio que celebramos hoy. Un Misterio grande, Misterio de misericordia, misterio de amor. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo» (Jn 13, 1), un amor que no conoce medida. [San Juan Pablo II, ibid. n. 11]. El amor de Dios no conoce medida. San Agustín dice que “la medida del amor es el amor sin medida”. Amar sin límites –así nos ama Dios, y así Dios nos llama a vivir– a compartir su amor con los demás. Es su amor lo que nos convoca, lo que nos une, lo que nos hace una única familia, amor que crea la Iglesia, la comunión del amor.

La Eucaristía en la vida de Santa Cándida María de Jesús

La devoción eucarística de Santa Cándida María de Jesús fue una constante a lo largo de su vida 1, marcada por las dificultades y las restricciones propias de su época. Desde muy joven, experimentó un profundo deseo de unirse a Cristo en la Comunión, pero la mentalidad pastoral de aquel tiempo limitaba el acceso frecuente a la Eucaristía, y ella también tuvo que sufrir esa privación.

Sin embargo, con el paso de los años y gracias a la comprensión de su director espiritual, Don Martín Barriola, logró obtener licencia para comulgar todos los días, algo verdaderamente excepcional en su contexto histórico.

Ya como fundadora de las Hijas de Jesús, incluso en medio de enfermedades, viajes y dificultades propias de su misión, su amor eucarístico no se apagó. La Madre manifestaba un deseo inmenso de recibir a Cristo en la Comunión, y sufría profundamente cuando no le era posible. No perdonaba sacrificio alguno con tal de participar en la Eucaristía, porque para ella, el mayor dolor era no poder recibir al Señor.

Este intenso anhelo tenía una razón esencial: unirse a Cristo. Tenerlo en su pecho, con todo su corazón y su alma, y a través de la Eucaristía, reconocerlo como el Dios cercano, nuestra esperanza y fortaleza, nuestro todo. Por eso, su vivencia eucarística no se quedaba solo en la adoración, sino que se traducía en la imitación de Jesús. Antes de comulgar, recomendaba una cuidadosa preparación del corazón, recogimiento y amor, convencida de que quien recibe a Cristo ha de parecerse a Él.

Su trayectoria de amor eucarístico culminó de forma conmovedora en su última enfermedad, cuando, al preguntarle si quería recibir al Señor, respondió con su alma entera:

“Si quiero recibirle, no una, sino mil, sino mil veces, si pudiera en este momento.”

Así vivió Santa Cándida, con un corazón siempre deseoso de encontrarse con Jesús Eucaristía, su testimonio nos invita a vivir esta fiesta de Corpus Christi, reconociendo la presencia viva y amorosa de Jesús entre nosotros.

¿Cómo Vivir Hoy esta fiesta de Corpus Christi?

Hoy también podemos hacer el milagro de la multiplicación. ¿Qué puedes compartir con otros? Quizá tu tiempo, tu escucha, tu oración, tu palabra de aliento o un bien material. Te invitamos a preguntarte:

  • ¿Qué tengo para compartir con mi comunidad?
  • ¿Dónde puedo ser pan para otros?
  • ¿Qué necesita ser multiplicado en mi entorno?

  1. ESPIRITUALIDAD DE LA MADRE FUNDADORA escrito por la Comisión Precapitular sobre la Espiritualidad del Instituto. Capítulo General Especial- 1969 ↩︎
Hijas de Jesús
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