Este día fue el broche de oro de toda la Peregrinación de Esperanza. Los Jóvenes FI vivieron con intensidad la misa con el Papa en el Jubileo de los Jóvenes, celebrada en Tor Vergata, donde más de un millón de peregrinos de 146 países se reunieron para orar, compartir la fe y celebrar la esperanza. La jornada comenzó con la vigilia nocturna y culminó con la Eucaristía presidida por el Papa León XIV, el acto más multitudinario de su aún breve pontificado.
Vigilia, fiesta y encuentro
La noche dispuso el corazón para la celebración de la Eucaristía, vivieron una vigilia intensa: cantaron, bailaron de manera creativa, compartieron historias y rieron juntos. Algunos se acercaron lo más posible al escenario, caminando entre cientos de miles de jóvenes, compartiendo la esperanza y la comunión.
Mientras dormían en los terrenos de Tor Vergata, durante la madrugada, cayó una lluvia que mojó el campamento, pese a ello el ánimo no se detuvo. Por la mañana, mientras despertaban juntos, apareció un arcoíris: «la sonrisa de Dios que, después de la tormenta te dice: «hasta otra compañer@, Que ésta Ya pasó» como diría Tagoré; que invitaba a seguir adelante con alegría y esperanza.
Con este hermoso preludio de la presencia de Dios, se dispusieron para vivir una hermosa Eucaristía.



Mensajes del Papa que inspiran
Durante la misa, el Papa habló con cercanía y profundidad al corazón de los jóvenes. Les recordó que vivir sin fe no es realmente vivir, sino simplemente ir tirando, y los animó a buscar una vida con sentido y plenitud. Subrayó que la amistad es una fuerza capaz de cambiar el mundo, y que es precisamente en la amistad donde se encuentra el camino verdadero hacia la paz. Con ternura, expresó que en Cristo podemos decir con confianza: “Tú eres mi vida, Señor”. Con mirada esperanzada, reconoció a los jóvenes como el signo de que otro mundo es posible, e hizo un llamado a todos a aspirar a la santidad, construyendo la fraternidad desde el diálogo, la justicia y el amor que transforma.
Puedes leer la homilía completa aquí.



De regreso y acción de gracias
Finalizada la celebración, el grupo tomó rumbo de regreso a Badalona. Al llegar a este lugar, compartieron un momento especial de oración para agradecer todo lo vivido y cerrar formalmente la experiencia. Se reconocieron enviados: semillas de esperanza, sal y luz para el mundo.
Con el corazón lleno, Jóvenes FI regresarán a sus comunidades, a su vida cotidiana, llevando consigo la alegría, la fe compartida y el compromiso de ser luz en medio del mundo. Ellos y ellas han vivido una experiencia profunda que no termina en Roma, sino que se transforma en gestos concretos allí donde están.
También nosotros, al haberlos acompañado estos 10 días, nos fuimos asomando a lo que han vivido, dejémonos mover el corazón. Renovemos nuestra propia esperanza, abrámonos al paso de Dios en lo cotidiano y unámonos a esta corriente de vida y esperanza.






