El 12 de julio de este año 2025, por primera vez, se celebrará oficialmente el Día Internacional de la Esperanza, una fecha recientemente instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para movilizar a la humanidad en torno a valores que hoy, más que nunca, necesita: la paz, la tolerancia, el respeto mutuo y la dignidad de toda persona.
Algunos de sus párrafos expresan lo siguiente. Puedes leer la Resolución completa aquí.
La Asamblea General, Teniendo presente la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los propósitos y principios que en ella figuran, y especialmente el empeño en preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, tomando otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal, practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos,
Recordando el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en que se afirma que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias, y reafirmando los derechos humanos y las libertades fundamentales,
Reconociendo la pertinencia de la esperanza y del bienestar como objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y la importancia de que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas,
Reconociendo también la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y la esperanza para todos los pueblos,
1. Decide declarar el 12 de julio Día Internacional de la Esperanza;
Esta resolución, que invita a los pueblos, las organizaciones y a cada persona a sembrar mensajes de esperanza y trabajar por un mundo más justo, coincide providencialmente con el Año Jubilar 2025 que la Iglesia católica está viviendo bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”.
Una esperanza que se hace camino
En este contexto, como Hijas de Jesús, queremos sumarnos a este eco de la humanidad y de la Iglesia, recordando que la esperanza cristiana no es simple optimismo, sino la certeza de que Dios camina con su pueblo, incluso en medio de las noches más oscuras.
Durante estos meses previos al Jubileo, los jóvenes, comunidades y laicos de nuestras provincias han emprendido peregrinaciones, encuentros y gestos de preparación, en comunión con sus diócesis, para acoger este tiempo de gracia. Y aunque no todos podrán viajar a Roma, todos estamos invitados a hacer la peregrinación más importante: la del corazón. Esa que nos mueve a cambiar la mirada, a reconciliarnos, a tender puentes y a sostener a quien tiene el ánimo cansado.
Hoy más que nunca, urge vivir en esperanza y contagiar esperanza, no como evasión, sino como una responsabilidad social, espiritual y comunitaria.
No es coincidencia, es necesidad
Que la ONU haya proclamado este día en medio de los desafíos globales y que la Iglesia haya convocado un Jubileo de la Esperanza para 2025, no es mera coincidencia. Es el reflejo de una humanidad herida que reconoce, desde distintas instancias, que necesitamos recuperar la confianza, sanar vínculos rotos y reconstruir sueños colectivos.
No, no creemos que sea casualidad. Este cruce de caminos entre la propuesta laica de las Naciones Unidas y la propuesta espiritual de la Iglesia, es un signo de los tiempos. Una llamada a escuchar, desde distintas voces y experiencias, una misma necesidad que late en el corazón del mundo: volver a creer que otro futuro es posible, que no todo está perdido, que aún podemos reconstruir la convivencia, el respeto y el cuidado de nuestra casa común.
Por eso, este 12 de julio, y durante todo este tiempo jubilar, sigamos tejiendo redes de esperanza, construyendo comunidades fraternas y apostando por la vida en medio de las dificultades.
¿Qué acciones te surgen que puedes llevar a cabo para fomentar la esperanza en tu vida, en tu entorno cercano y, desde tus estudios o profesión, en la sociedad?



