“Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro;
vio y creyó”. Jn 20
Empezamos aclamando a Jesús cuando entraba en Jerusalén y terminamos con otra aclamación, que es la del Domingo de Pascua. Son muy diferentes. Esta es la de quien ha pasado por la muerte y ahora vive.
Si la pasión necesita tiempo, asimilar la pascua, el paso de la muerte a la vida, asumir la vida del Resucitado como resucitados va a necesitar mucho más.
María de Magdala cree que se lo han llevado a otro sitio: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro ve, solamente, lo que hay: «vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte».
Solo el discípulo amado «vio y creyó».
Señor Jesús, enséñanos a seguirte de cerca. Ilumina los ojos de nuestro corazón para que, viendo, te descubramos; para que, viendo, sepamos dónde estás tú y tu Reino… y te sigamos cada vez más de cerca.