Un anuncio que cambia la historia
¿Alguna vez has imaginado el momento en que Dios decidió hacerse uno de nosotros? Un ángel, una joven, un mensaje que cambiaría la historia para siempre. Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación a María que, indisolublemente, es también la solemnidad de la Encarnación del Verbo de Dios.
Dios se encarna, se hace hombre. Dios asume nuestra debilidad, la debilidad de la humanidad, nos hace sus hijos y nos conduce a vencer a la muerte. La vida es un misterio y Dios se hace Palabra y Sentido, se hace Cercanía y Presencia. Así anuncia Isaías este misterio: ese niño que nacerá de madre virgen y será llamado “Enmanuel: Dios con nosotros”.
Hoy es el día del SI, del Sí de Dios y del Sí de María. Cristo se ofrece al Padre: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. María, tiene una respuesta de fe y confianza al saludo y anuncio de Gabriel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra”. Gracias al Sí de María, el Verbo se hace hombre, habita entre nosotros y, por su entrega de cruz y muerte, resucita y nos da la Nueva Vida. Se puede expresar en unas pocas líneas, pero es el gran Regalo de la Vida verdadera para Todos, de la que muchos somos testigos.
La Contemplación de la Encarnación
Quienes tenemos espiritualidad ignaciana gustamos en los Ejercicios Espirituales de la “Contemplación de la Encarnación”. En ella se nos invita a imaginar a Dios atento a la realidad, mirando al mundo y, para salvarlo, la decisión de Dios de encarnarse, de hacerse humanidad y habitar entre nosotros; y se nos invita a contemplar también a María que recibe el anuncio del Ángel y consiente a la encarnación del Hijo de Dios en su seno. (EE 102-109)
Dios nos habla también a través de la imaginación y a lo largo de la historia, cientos de artistas han expresado este misterio básico de nuestra fe: el Verbo que se hace hijo de María y María que se convierte en Madre de Dios.
En el marco del Jubileo de la Esperanza, el Papa Francisco en su Bula expresaba:
Transitar de un país a otro, como si se superaran las fronteras, pasar de una ciudad a la otra en la contemplación de la creación y de las obras de arte permitirá atesorar experiencias y culturas diferentes, para conservar dentro de sí la belleza que, armonizada por la oración, conduce a agradecer a Dios por las maravillas que Él realiza.
A lo mejor muchos de nosotros no vamos a hacer un movimiento geográfico ni de un país a otro ni de una ciudad a otra, pero sí estamos todos invitados a realizar una peregrinación interior. Y para ello, en este día de fiesta, nos vamos a ayudar de la contemplación de algunas obras de arte que representan la Anunciación y la Encarnación.
Es muy bello advertir cómo los buenos artistas saben la diferencia entre Anunciación y Encarnación y así lo interpretan en sus obras de dibujo, pintura, escultura o grabado.
La Anunciación de María
Es el momento en el que el arcángel San Gabriel se presenta en casa de María. Saluda y dice: «Dios te Salve María llena eres de Gracia, el señor es contigo».
En la Anunciación del Verbo, el ángel san Gabriel se representa ligeramente elevado respecto a la Virgen María, porque la Sagrada Escritura dice de los hombres: “Nos hiciste ligeramente inferiores a los ángeles”.
La Anunciación es recogida por los artistas representando una escena íntima. Muestran a María con turbación o temor al ver la imagen del arcángel. Él baja del cielo ataviado con ropajes sedosos y con la vara de azucenas como símbolo de virginidad y pureza. María, en estado de asombro, mira en dirección al ángel -está cubierta por un velo blanco que le tapa parte del pelo, una capa azul y un vestido, en forma de túnica, rojo-. Estos tres colores, comunes en casi todas las representaciones de la Virgen, tienen el significado de pureza, humanidad y cielo.
Otros elementos que decoran la escena son los angelotes o querubines, la paloma blanca (símbolo del Espíritu Santo) o la figura masculina y barbada de Dios.

La Encarnación de la Virgen
Es el momento justamente posterior del saludo del arcángel: «No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús».
Ese momento, único en el cristianismo, fue llevado a cabo por pintores y escultores con la representación del arcángel postrado a los pies de María. Cuando María pronuncia ante el ángel el Fíat, de “Hágase su voluntad”, inmediatamente “el Verbo de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros”, y se produce la Encarnación, por lo que el Hijo de Dios está en el seno de la Virgen y el ángel es inferior a Él y debe estar arrodillado ante Dios hecho hombre o estar más bajo.
La inclinación de San Gabriel, la flexión de su rodilla es la señal de sumisión, de docilidad y de obediencia. El momento de humildad y reverencia en el que el Espíritu Santo encarna a la Virgen. El instante más importante. En esa secuencia María agacha la mirada para ser atravesada por la Luz. En algunas obras aparecerá con su vientre ligeramente abultado y sus manos cruzadas que denotan ese rubor propio del momento.

Reflexiona y Contempla
- ¿Qué significa para ti que Dios se haya hecho hombre?
- ¿Crees en Dios encarnado en la realidad de hoy?
- ¿Cómo representarías tú hoy artísticamente la Anunciación y la Encarnación?