Mientras continúan las sesiones correspondientes a la Etapa Continental del Sínodo, camino de la Asamblea que tendrá lugar el próximo mes de octubre, hay también movimiento en preparación a la misma.
Existe una Constitución Apostólica Episcopalis Communio que recomienda en su Artículo 10, I-2, la creación de una comisión preparatoria de dicha Asamblea.
En virtud de la misma el Secretario General del Sínodo, Card. Mario Grech, ha constituido la Comisión Preparatoria de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y que será presidida por él mismo, con las siguientes personas:
– P. Giacomo Costa, SJ (coordinador)
– Mons. Timothy John Costelloe, SD
– Mons. Daniel E. Flores
– Hna. Shizue Hirota, MMB
– Mons. Lucio A. Muandula
– Prof. Dario Vitali
– Mons. Tomasz Trafny (secretario)
En los trabajos de la Comisión participará también el Relator General del Sínodo, Card. Jean-Claude Hollerich, SJ.
Además de esta noticia que se refiere a la preparación de la Asamblea Sinodal de un modo práctico, nos hacemos eco de una dimensión muy sinodal que se recomienda para la participación en todos los niveles, que es la conversación espiritual.
Este modo de conversar se centra en la calidad de la capacidad de escucha, así como en la calidad de las palabras pronunciadas. Esto significa prestar atención a los movimientos espirituales en uno mismo y en la otra persona durante la conversación, lo que requiere estar atento a algo más que a las palabras expresadas. Esta cualidad de la atención es un acto de respeto, acogida y hospitalidad hacia los demás tal y como son.
Es un enfoque que toma en serio lo que ocurre en el corazón de los que conversan. Hay dos actitudes necesarias que son fundamentales en este proceso: escuchar activamente y hablar desde el corazón. El objetivo de la conversación espiritual es crear una atmósfera de confianza y acogida, para que las personas puedan expresarse con mayor libertad. Esto les ayuda a tomar en serio lo que ocurre en su interior al escuchar a los demás y al hablar.
En última instancia, esta atención interior nos hace más conscientes de la presencia y la participación del Espíritu Santo en el proceso de compartir y discernir. La conversación espiritual se centra en la persona a la que escuchamos, en nosotros mismos y en lo que experimentamos a nivel espiritual. La pregunta fundamental es: ¿Qué está pasando en la otra persona y en mí, y cómo está actuando el Señor al respecto?.
Seguimos caminando en sinodalidad con un corazón abierto a los mensajes que nos llegan del Señor, a través de los signos de los tiempos, para ir discerniendo la mejor respuesta a sus proyectos.
Maria Luisa Berzosa FI, Roma.