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¡Ha llegado ya! Ecos sinodales desde Roma

octubre 9, 2023

Hemos comenzado el tiempo de Sínodo. Ha habido espacio para una doble o triple preparación. La Vigilia de oración ecuménica fue el lanzamiento -y  uso la palabra con plena consciencia- porque nos llenó el corazón de entusiasmo de tal manera que nos dispuso para el tiempo de retiro espiritual de los días posteriores.

A la altura de casi una semana podemos afirmar que ha sido una muy buena elección comenzar con 3 días de oración intensa,  de conversación espiritual, de un conocimiento interpersonal progresivo tanto en los momentos del día programados como en otros tantos de compartir el comedor que nos han ido acercando física y espiritualmente.

Como facilitadora he participado con mi grupo en los encuentros de cada mañana en la UISG siguiendo de modo virtual las meditaciones ofrecidas por la hermana Maria Ignazia Angelini osb, como por Timothy Radcliff op, con espacios de silencio que nos permitían ahondar en lo escuchado.

Por las tardes hemos acompañado los grupos de conversación espiritual y ese compartir alternando momentos de silencio con la escucha activa, nos ha dado un modo de llevar adelante este Sínodo con el discernimiento necesario, otra herramienta de gran ayuda, como sabemos.

El día 4, tal y como estaba programado tuvimos la eucaristía de apertura en la plaza de San Pedro. Fue una gran emoción atravesar este espacio en procesión en medio de tantas personas en un silencio reverencial.

Las palabras del Papa Francisco en la homilía nos ayudaron a situarnos en esta experiencia del Espíritu, «no un parlamento», como le gusta repetir. La llegada al aula Pablo VI dispuesta en mesas redondas con nuestros nombres en cada lugar mediante la tablet personal  fue una agradable sorpresa.

Dedicamos un buen rato a familiarizarnos con la tecnología ya que muchas personas somos sinodales pero no nativos digitales y necesitamos aprender, menos mal que tenemos un buen equipo de técnicos que están atentos a cualquier petición.

Por la tarde del mismo día. el Papa llegó al aula antes de la hora de comienzo y pudimos saludarle de un modo espontáneo y muy familiar. Después unos momentos de oración compartida, escuchamos su discurso de apertura y otras intervenciones que daban paso a los trabajos propiamente dichos.

Y así hemos comenzado a alternar el trabajo en los grupos por lenguas con la asamblea general. En cada uno de ellos hay una persona que hace de secretaria y un relator para llevar la aportación del grupo al plenario.

Se respira ambiente de alegría, de comunión y esperanza, en medio de una inmensa diversidad de lugares de procedencia, de grados de jerarquía, de edades, de opciones de vida… y se palpa ese deseo de poner lo mejor de cada uno de nosotros para colaborar a ser y estar cada vez con más autenticidad,  en una iglesia sinodal.

Confiamos y sentimos la fuerza innegable de la oración de tantas personas que nos acompañan en esta “aventura universal”.

María Luisa Berzosa FI

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