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Hace falta mirar con ‘esperanza nueva’ nuestra pobreza

octubre 23, 2022

MENSAJE DE LA SUPERIORA GENERAL EN EL 12º ANIVERSARIO DE LA CANONIZACIÓN DE LA M. CÁNDIDA 

En vísperas de su viaje a Oriente, Graciela nos escribía una carta a las Hijas de Jesús con motivo del décimo segundo aniversario de la canonización de la Madre Cándida. En ella nos invita a:

– conectar con nuestra Fundadora,

– a refrescar el carisma y

– a mirar nuestra pobreza como tiempo de salvación de Dios para nosotras. 

Es un mensaje para las Hijas de Jesús y para tantos laicos que encontráis en su carisma vuestro modo de seguir a Jesús. 

En este día que recordamos la canonización de nuestra Fundadora, quiero ponerme en comunicación con ustedes. 

El hecho de que la Iglesia haya reconocido oficialmente que el camino trazado por la Madre Cándida era camino para vivir las bienaventuranzas y que nos asemejaba a Jesucristo, Hijo del Padre, ha sido una confirmación más de nuestra vocación de Hijas de Jesús. 

El Papa Francisco en su carta Gaudete et Exsultate n. 4 nos dice: “Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión”. Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta en nuestra Fundadora. Volvamos la mirada a su vida, a sus escritos, a sus cartas, donde sencillamente nos habla del Dios Padre, de Jesús como el todo de su existencia, de buscar la Voluntad de Dios en todo y en ella encontrar alegría. Vivamos como ella de la fe y confianza infinita en la Providencia de Dios, esto es, todo aquello que acontece para el bien de los que aman al Señor. Dejemos que su cariño de madre, que nos engendró en el Espíritu como Hijas de Jesús, continúe protegiéndonos. “Todas muy unidas en una santa paz y caridad fraterna, ayudándose mutuamente unas a otras…” (CMF TII, 458)

Las invito a volver a la pobreza junto a nuestra Madre pobre. Pobreza que para nosotras, como para toda la vida religiosa en la Iglesia, puede tener hoy el rostro de la disminución, de no tener todas las vocaciones que desearíamos, del envejecimiento, de nuestra edad media que avanza… Hace falta mirar con una “esperanza nueva” esa pobreza para creer que este también es “tiempo de salvación” y que el Padre nos sigue mostrando su rostro. Pobreza que no nos cierra en nosotras mismas sino que nos hace mirar al mundo y sentir ahí qué nos pide Dios. Un mundo que hoy sigue afectado por la postpandemia y por la guerra y las consecuencias que traen consigo de empobrecimiento de buena parte de la humanidad. Hace mucho tiempo que estamos intentando descubrir qué quiere hoy de nosotras el Señor, estas que somos, con las edades que tenemos y con los sueños y aspiraciones que no nos dejan.

El domingo pasado celebrábamos el Domingo Mundial de la Misiones (DOMUND). ¿Fue casualidad que Graciela nos hablara en su carta de nuestra presencia en lugares de frontera como Cuba o Mozambique? 

Cuba está viviendo una situación de extrema pobreza y precariedad en muchos aspectos. Nuestra presencia va siendo cada vez menor y nos decía la Superiora general:

Somos conscientes de que las presencia de frontera en la Congregación deben ser atendidas por todo el Cuerpo. Hoy estoy en diálogo con diferentes hermanas para ver posibles envíos a este país. Si alguna siente en el Señor que puede estar disponible para ir a Cuba lo agradeceré.

Invito a cada Hija de Jesús a hacerse esta pregunta: ¿puedo ser yo enviada? ¿Cómo está mi disponibilidad para ir a cualquier parte del mundo adonde me señale la obediencia? Invito a todas a volver a leer y pasar por el corazón el primer párrafo de la Fórmula, deteniéndonos en la parte final de ese párrafo. Y me dejo sentir aquello que el Espíritu mueva en mí. 

En el caso de Mozambique, el norte del país sufre desde 2017 un conflicto con grupos yihadistas que ha causado unos 670.000 desplazados y el peligro de vida es constante.

Terminamos con el primer párrafo de la oración del Domund 2022:

Ven, Espíritu Santo, ¡muévenos!

Danos tu fuerza y tu inspiración

para salir del terreno conocido

e ir más lejos, más allá,

¡hasta el confín de la tierra!

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