Una verdadera escuela de vida
Un grupo de catorce jóvenes peregrinos de Taiwán acompañados por Teresita Tsai FI, vivió una experiencia única durante tres semanas en Europa: participar primero en el III Encuentro Internacional de Jóvenes FI en Roma, dentro del marco del Jubileo de los Jóvenes, junto a miles de jóvenes de la Iglesia Universal. Terminada esta experiencia, tuvieron la oportunidad de realizar la ruta de la Madre Cándida en España, visitando los lugares donde nació y creció la fundadora de las Hijas de Jesús.
Los jóvenes, acompañados por Carmela Papa FI en Roma y por Belén Brezmes FI en España, se dejaron interpelar por la vida y el testimonio de Santa Cándida María de Jesús. Muchos de ellos apenas la conocían antes de la peregrinación, pero este camino se convirtió en un verdadero descubrimiento de su figura, de su espiritualidad y del carisma que ella legó a la Iglesia.
En Roma, alojados en la Casa Curia, participaron de momentos de oración, convivencia y encuentro internacional. Allí pudieron rezar en la capilla, contemplar los objetos de la exposición de la fundadora y compartir con jóvenes FI de distintos países. En España, visitaron Tolosa y Andoain, lugares significativos en la vida de Santa Cándida, y conocieron también la historia de la beata María Antonia Bandrés.
Resonancias de la experiencia
Algunos testimonios expresan la huella que esta peregrinación dejó en ellos:
- “Convivimos, durmiendo, comiendo, rezando y compartiendo. Fue una verdadera escuela de vida, aprendiendo sobre la amistad y el trabajo en equipo, como una gran familia. Dondequiera que íbamos, sentimos la cálida hospitalidad de las hermanas”
- “Durante esta peregrinación conocí profundamente la historia de la fundadora. Me impresionó su sencillez y devoción, especialmente cuando vi la silla que preparaba con tanto esmero para participar en cada misa.”
- “Al visitar Tolosa, descubrí la fe firme de la Madre Cándida, incluso en medio de la pobreza. Fue realmente extraordinario.”
- “Las hermanas nos acogieron con tanta paciencia y alegría que pude sentir el amor de Dios fluyendo entre nosotros. Me conmovió este espíritu de entrega y me llevo el desafío de cuidar más a los demás en mi vida cotidiana.”
Como una familia
La experiencia se transformó en una auténtica escuela de vida, donde la fe, la amistad y el espíritu de familia se hicieron palpables. Los jóvenes reconocieron en las hermanas de la Congregación el rostro de la Madre Cándida y comprendieron que su carisma sigue vivo en cada comunidad.
Con gratitud regresaron a Taiwán con el deseo de vivir y transmitir lo aprendido, convirtiéndose en testigos de esperanza.
