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«Pobreza» se escribe en femenino

Sep 10, 2016 | Justicia Social, Noticias

La feminización de la pobreza ha estado escondida durante mucho tiempo ya que, cuando se analizaban las situaciones de pobreza o exclusión social, no se incluía la variable de género. La dificultad de acceso a la educación, a la tierra y al crédito, o a la más gran precariedad y vulnerabilidad en el mercado laboral, son factores que contribuyen al empobrecimiento de las mujeres y a afirmar que «la pobreza tiene rostro de mujer». Hay que dar visibilidad a este fenómeno y entender como el género influye en el riesgo de sufrir pobreza. Lee aquí el artículo de Sonia Herrera, especialista en igualdad de género y miembro del Área Social de Cristianismo y Justicia.

Escuchamos a menudo que «la pobreza tiene rostro de mujer», pero ¿a qué se debe? ¿Cómo influye el género en el riesgo de sufrir pobreza? ¿Realmente visualizamos esa realidad? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de feminización de la pobreza? ¿Qué supone este fenómeno para las mujeres? Acerquémonos a las respuestas.
En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer organizada por las Naciones Unidas en Beijing en 1995, se adoptó por consenso un documento que ha servido de marco para las políticas de igualdad durante dos décadas, pero que en la práctica ha sido ignorado sistemáticamente: la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. En ella se muestra la necesidad de afrontar desde diferentes ámbitos (educación, medio ambiente, economía, comunicación, etc.) la relación entre las mujeres y la pobreza. A su vez, se exige el compromiso de los estados participantes para «superar la pobreza persistente y creciente que afecta a las mujeres», «favorecer la igualdad en el acceso a la educación en todos sus niveles», «promover el acceso al empleo digno y a los ámbitos de decisión sobre su actividad económica» o «erradicar la desigualdad de mujeres y hombres en la gestión de los recursos naturales y la protección del medio ambiente», entre otras áreas de acción críticas que tienen una relación directa con el empobrecimiento diferencial de las mujeres.