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Semana Santa Joven en Brasil

marzo 29, 2016

“Sueño que se sueña solo es sólo un sueño; sueño que se sueña juntos se convierte en realidad.”. Eso decía un cantante brasileño, Raul Seixas.
Así, soñando juntos, surgió la idea de la experiencia de la Pascua en Porteirinha, Norte de Minas, en Brasil, entre el 23 y el 26 de marzo. Con la misión de evangelizar y de vivir la experiencia junto al pueblo, Hijas de Jesus y educadores laicos del Colegio Imaculada de Belo Horizonte, de la Obra Social San José Obrero y de la Obra Social de Montes Claros se unieran con Hna. Amônica, en Porteirinha, para vivir la pascua con jóvenes que hicieran la Pascua Juvenil en el año 2015 y sintieran llamados para el “magis”, en sus vidas.
«Llegando en Porteirinha, en la comunidad Gangorra, tuvimos la certeza que nuestro Triduo Pascal sería diferente y único. El local es un ejemplo de vida sostenible, construido de manera ecológicamente correcta, atestando que podremos vivir de modo simple y despojado, cuidando de la “Casa Común”, la madre Tierra. Fue posible percibir la alegría del reencuentro, de la sorpresa, el corazón abierto y calentado de cada joven participante. La reflexión de la noche fue una invitación a ponernos junto a Maria, en el camino con su hijo Jesús hasta la cruz y la resurrección.
En el jueves santo, hicimos la memoria de la última cena de Jesus con sus discípulos, cuando el instituye la Eucaristía y el sacerdocio, y nos invita al “amor-servicio” traducido en gestos amorosos y concretos. Conocemos, en ese día instituciones que hacen la diferencia en responsabilidad social en la ciudad, llevando vida y dignidad a una diversidad de personas necesitadas de la región. Participamos de la celebración del Lavado de los pies en la Comunidad de la Asunción.
El viernes santo, día de revivir la pasión y muerte de Jesus, comenzó bien temprano, con la vía crucis en un sitio privilegiado por la naturaleza, despertándonos para el cuidado con la “Casa Común”. Fue día propicio también para reflexionar sobre el sentido del sacramento de la reconciliación. Un día de silencio, oración, adoración y de compartir la Pasión de Cristo que continúa presente en nuestro mundo roto.  Participamos, también, de la celebración de la adoración de la cruz y la escena de la pasión.
El sábado, en la esperanza de la resurrección, acompañamos el nacer del sol, espectáculo impar de la fuerza de la naturaleza. Contemplamos la vida que renace en cada nuevo día. El deseo y la acción fueron las de distribuir señales de resurrección  en el mercado de la ciudad. Los jóvenes, educadores y hermanas animaran el ambiente con mucha música y alegría. Recogemos de la gente señales de vida. Distribuimos abrazos, receta de repelente casero contra los mosquitos que acometen la salud del pueblo, abordamos personas para expresar en un cartel todo lo que es señal de resurrección para ellas, recogemos basura, hicimos pinturas en las caras de los niños… y mucho más. Plantamos semillas de vida y de paz.
Volviendo a la comunidad Gangorra, tuvimos la celebración de la Eucaristía, almuerzo festivo y luego volvimos con el corazón agradecido, ardiendo y con ganas de ser personas mejores, capaces de sembrar amor, esperanza, alegría, justicia, fraternidad y e fe en los caminos de la vida. Nuestros corazones volvieron llenos de la certeza de que ha sido muy gratificante la experiencia y que el carisma y misión de Santa Cândida permanecen cada vez más vivos. Expresamos la gratitud por cada uno, cada una, que ha hecho posible nuestro encuentro con alegría, cariño y cuidado».

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