Amo la vida, puede parecer obvio pero en realidad no lo es y el mundo en que hoy vivimos nos lo demuestra en el progresivo deterioro de nuestra casa común y la humanidad que la habita.
Amo al Dios de la vida que se encarnó para que tuviéramos vida en abundancia y amo mi vocación que se prodiga para un mundo más justo humano y fraterno.