Amo la vida, amo ser mujer; soy una mujer apasionada que sabe disfrutar y agradecer tantos regalos que me llegan en el vivir cotidiano.
Amo la amistad, las relaciones interpersonales, conocer gente nueva, la interculturalidad y universalidad que me acompaña hace ya tiempo y me amplía la mente y el corazón.
Amo entrañablemente a mis dos familias: la original en la que vine a este mundo, que siempre me acompaña y sostiene con mucho cariño; y la familia, mi familia de opción, la Congregación de las Hijas de Jesús, a quien amo de modo incondicional, con su realismo de luces y sombras y en la que ya vivo hace 60 años y deseo permanecer en ella hasta el final de mis días.
Amo mi ser de educadora, colaborando en el crecimiento de las personas, acompañando su caminar, siendo testigo de sufrimientos y gozos, en la búsqueda de sentido de la vida, en el acercamiento a Dios por mil caminos.
Amo ser Hija de Jesús con la espiritualidad ignaciana que me configura, liberadora desde dentro, y mística de ojos abiertos.
En las dos familias aprendí a conocer y a amar al Dios de Jesús, quien enamora cada vez más mi corazón femenino.