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Visita a otras presencias de Asia (II)

septiembre 30, 2024

Las visitas que la Superiora general no pudo hacer en el primer trienio a causa de la pandemia de Covid la han llevado a Tailandia avanzado este mes de septiembre.

La presencia de las Hijas de Jesús en este país es muy pequeña, una comunidad de tres hermanas que colabora con el Servicio Jesuita a los Refugiados (JRS). Su trabajo en acompañamiento a las familias y en educación se realiza en los campos de refugiados que hay en la frontera con Myanmar, en Maehongson. Allí estamos ya hace veintiún años.  

Detrás de la frontera, la guerra ¡Cuánto sufrimiento! Los habitantes de estos campos salen huyendo de la muerte, en busca de futuro. Ese futuro puede estar en la misma Tailandia salvando muchos obstáculos, pero también en Estados Unidos, en Australia, en otros países. Y, para ello, la formación es fundamental.

Podemos acceder a lo que vive esta gente y tantos millones de desplazados en todo el mundo a través de lecturas y escasos programas de información. Pero cuando saludas y miras a los ojos, pisas su mismo barro, experimentas la dificultad de cruzar el río en un coche y ves cómo ellos lo hacen en su motocicleta y con sus criaturas en brazos y vas viendo sus viviendas, la iglesia, la escuela, las callecitas y cómo han encauzado el agua… es inevitable preguntarse por qué estas personas tienen que vivir así y qué hacemos con el mundo en que vivimos.

Es una gran labor la que hace aquí el Servicio Jesuita a los Refugiados.

Elvenia, Evelyn y Pilar, dos hermanas filipinas y una española, acompañan esperanzas. Esperanzas que, en algunos casos, llevan muchos años sin cumplirse. Pero aquí están, en ese fin del mundo al que la Madre Cándida habría querido llegar.

María Teresa Pinto, FI.

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