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Visita del compartir, de la solidaridad, del servicio

junio 1, 2016

Hoy, 31 de mayo, cerrando el mes, celebramos la fiesta de la Visitación de María.
En la casa de Isabel acontece el encuentro de dos historias que se entrelazan: la del Pueblo de Israel, que espera la llegada del Mesías, y la del Pueblo Nuevo que se inicia con Jesus, sus discípulos y discípulas.
En aquella época, el normal era que las mujeres más maduras, con experiencia por tener dado la luz a muchos hijos, acudiesen las mujeres más nuevas, madres de primer viaje, para darles la asistencia necesaria, antes y después del parto.
Lucas, al narrar este facto, nos muestra una situación diferente, innovadora. El presenta Isabel necesitando del auxilio de María, joven, que no tenía experiencia con partos, ni con hijos, pues no era casada y residía en región diferente de su prima. ¿Cuál sería, entonces el sentido de ese viaje?
María se levanta y va “apresuradamente” al encuentro de Isabel. Esa actitud nos recuerda los pastores que salieran “apresuradamente” para ver el niño que había nacido. Maria sale en busca de la prima, para ayudar, dar asistencia, pero, sobre todo, para compartir su alegría.
Pero, ¿qué prisa es esa? Esa prisa no debe ser entendida como estrese o correría de personas que se mueven de un lado para otro. Esa prisa tiene otro sentido: es demonstración del deseo y de la generosidad de compartir la alegría, de testimoniar la acción creadora de Dios y de solidarizarse con la situación de iguales.
Al llegar a la casa de la prima, un sencillo saludo provoca cambios: “la criatura estremeció de alegría en su vientre”. La alegría brota de la manifestación del Espíritu Santo que envuelve esas dos mujeres embarazadas. “Feliz eres tú que creíste”. Ese entusiasmo “estremecido” es transformado en un hermoso cántico de alabanza a Dios, recordando la acción del Señor en la vida de Maria y en la historia de su pueblo: “El Señor hizo en mi maravillas, Santo es su nombre”.
María va al encuentro de Isabel para profundizar y meditar, por medio del diálogo, el conocimiento adquirido con el mensaje que trajo el ángel. Su viaje tiene una simbología: la fe necesita ser testimoniada, compartida  y puesta en servicio.
Que el movimiento de María, de ir al encuentro de su prima, traiga en nosotras el deseo de, experimentando las maravillas que Dios hace en nosotros, ir al encuentro de los otros “apresuradamente”, anunciarles esas maravillas, testimoniar la presencia actuante de Dios en nuestra historia, y ponernos en servicio, con generosidad, facilitando la experiencia de la misericordia de Dios a otros.
Que nos dejemos contagiar de la alegría que esas dos mujeres nos transmiten con su gestación. Y que, a la luz de ese encuentro, podamos dar sentido y cultivar encuentros de calidad en nuestro alrededor.
Hoy, coincidentemente, celebramos la fiesta del nacimiento de Juana Josefa, nuestra muy querida Santa Cándida. Otro encuentro de vida. Encuentro de la gracia divina con una humilde familia de tejedores – Juan Miguel y Maria Jesus –en la pequeña Villa de Andoain, en España: 31 de Mayo, 1845.
Encuentro de la gracia divina donadora de vida y de la familia humana, generadora de vida. En ese día, la pequeña Juana Josefa, primogénita de la familia, viene a la luz. La familia se “estremece” de alegría. No sabía ella que, ese nacimiento daría paso a otros nacimientos para la vida de la Iglesia; otros muchos y definitivos encuentros: una congregación de hermanas y hijas unidas por el carisma de anunciar el rostro paterno/materno de Dios… una creciente integración de laicos e laicas, en comunión con las Hijas de Jesús en distintos contextos y situaciones… una inmensidad de niños, adolescentes y jóvenes de las más diversas culturas y clases sociales… una otra inmensidad de familias, ex-alumnos y ex-alumnas comprometidas con la gestación de una humanidad nueva… 
Como María en la Visitación, y Madre Cándida en su nacimiento, queremos compartir la alegría de la doble fiesta de familia, nacidas de una visita: la de Dios. Queremos testimoniar a todos que El continua haciendo maravillas en nosotros. Queremos ponernos siempre disponibles al servicio, en la solidaridad, para seguir gestando una nueva humanidad de HIJOS Y HERMANOS.
Maria José Alves Machado FI

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