Por el servicio y misión de estar en la Pastoral Juvenil – Vocacional en Bolivia me di cuenta de que, como Hijas de Jesús, llegamos el 18 de octubre de 1956 a la ciudad de Oruro. Como ya no requerían de nuestra presencia, se fue a la Ciudad de Sucre para iniciar la misión junto con los Jesuitas. Después de unos años se fue a Cochabamba. Fueron llegando las hermanas, iban naciendo nuevos deseos y sueños de misión apostólica, este deseo de la Madre Cándida de atender a los más necesitados.
Después de 8 años en Bolivia, brota la semilla sembrada en Sucre, dando un pequeño fruto con la entrada de la primera boliviana. Después de otros años, brotan tres frutos más, luego uno, y así Dios va bendiciendo a la Congregación a lo largo de estos años.
Miro la historia y hago memoria agradecida por las primeras seis Hijas de Jesús que vinieron y se entregaron en estas tierras bolivianas. Tuve la gracia y oportunidad de conocer a una de ellas, una mujer de verdadero testimonio de Hija de Jesús, Liberia Romero; quién también ayudó en el proceso de aceptación de mi vocación con mi familia. Ella supo recibir-acoger-escuchar y acompañar, desde casa, a todos quienes acudían a ella, desde la sencillez y apertura. Estoy agradecida con cada Hija de Jesús que son testimonio y ejemplo de Hija y hermana.
Hoy traigo las palabras del Padre Herranz:
“Son pocas en número y en calidad mucho menos, pero, la obra no es de ustedes, sino de Dios”
y así es, la obra es de Dios, y confío en que él nos dará la gracia de que puedan surgir nuevas vocaciones bolivianas para seguir la obra iniciada hace 149 años.
¡GRACIAS, DIOS PADRE Y MADRE, POR TANTO BIEN RECIBIDO EN ESTOS AÑOS DE PRESENCIA EN BOLIVIA!
Hna. Rommy Villarroel FI
Cochabamba – Bolivia