Cada 25 de noviembre, la comunidad internacional se une para decir “basta” a la violencia contra mujeres y niñas. Como Hijas de Jesús, nos sumamos a este llamado global en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que este año la ONU presenta bajo el lema: “ÚNETE para poner fin a la violencia digital contra las mujeres y las niñas». Un recordatorio urgente de que transformar esta realidad exige recursos, voluntad política y un compromiso sostenido de toda la sociedad.
La violencia contra las mujeres no es un hecho aislado: es una herida profunda que atraviesa culturas, edades y países. Es una injusticia que vulnera la dignidad de las hijas de Dios, quebranta comunidades y perpetúa relaciones marcadas por el miedo y el silencio.
Como vida religiosa femenina, sentimos de manera particular este clamor. Caminamos junto a tantas mujeres que buscan recuperar su voz, su integridad y su alegría; mujeres que cargan historias de dolor, pero también de resistencia y una fe capaz de sostenerlas incluso en la noche más oscura.
El llamado de la ONU este 2025
La ONU invita cada año a invertir en la prevención: invertir en educación, en servicios que protejan, en políticas públicas reales, en comunidades que cuiden, y también —desde nuestra perspectiva creyente— en cultivar relaciones más justas, más humanas y más parecidas al Reino.
Invertir en la prevención también es comprometernos a crear espacios donde las mujeres se sientan seguras, acompañadas y escuchadas. A cuestionar las dinámicas que normalizan la desigualdad y los tratos violentos. A educar para un mundo donde nadie tenga que esconder su dolor ni justificar su cuerpo o su historia.
Es un llamado que nos interpela como Congregación y como Iglesia, y que deseamos abrazar con esperanza, con compasión y con determinación.
En comunión con FASFI: invertir para transformar vidas
En este camino de esperanza y acción, queremos destacar cómo la misión de FASFI —que acompaña proyectos educativos, de empoderamiento de mujeres, de inclusión social y de atención a comunidades vulnerables en múltiples países— se convierte en un testimonio vivo de ese “invertir para prevenir” que propone Naciones Unidas.
El informe de proyectos 2025 de FASFI muestra iniciativas en 11 países que impulsan la educación de las niñas, la formación de mujeres, el acompañamiento integral de familias y la creación de entornos seguros. De esta forma, como Hijas de Jesús, no sólo denunciamos la injusticia y la violencia, sino que también construimos caminos concretos de transformación, porque creemos que no perder la esperanza significa actuar —y trabajar juntos— para que cada mujer vulnerada recupere su dignidad y su vida.
Unirnos desde la fe: orar juntas por las mujeres que han sufrido violencia
En este día, queremos hacer también un alto para orar. Para unirnos desde lo más hondo de la fe recordando que Jesús se puso siempre del lado de quienes eran marginadas, heridas o silenciadas.
Te invitamos a pensar en mujeres que conozcamos —en nuestras familias, comunidades, misiones; quizá incluso en nosotras mismas—, y rezar juntas esta oración basada en un texto de la teóloga feminista Rosemary Radford Ruether. Es una plegaria que abraza, levanta y afirma la dignidad inviolable de cada mujer herida.
Oración por una mujer que ha sufrido violencia
Amamos y afirmamos a nuestra hermana (nombre), quien ha sido herida.
Aunque ha sido herida, no está destruida.
Aunque ha sido degradada, no ha perdido su integridad.
Aunque ha sido sometida al horror, sigue siendo hermosa.
Aunque el mal se ha querido apoderar de ella, sigue siendo buena.
Aunque las mentiras traten de culparla, sigue diciendo la verdad.
Afirmamos su integridad, bondad, veracidad y belleza.Pedimos a nuestro Dios —Madre y Padre—
que disipe las fuerzas de la destrucción, el horror,
la violencia y la mentira
que pretenden convertir a tantas mujeres en sus víctimas.Te pedimos, Jesús, nuestro hermano,
que defiendas a nuestra hermana,
como defendiste a la mujer que iba a ser apedreada,
a la mujer con flujo de sangre,
a la mujer encorvada en el templo,
a la mujer cananea
y a tantas mujeres que te siguieron y confiaron en ti.Te pedimos, Ruah, Sabiduría, Espíritu de Dios,
rostro femenino de Dios,
que animes a las mujeres a romper el ciclo del silencio, del abuso y de la violencia;
que alimentes nuestra rabia y nuestra compasión ante todo tipo de injusticias;
que abras nuestros ojos y oídos,
para que el dolor de las mujeres sea escuchado
en nuestras iglesias y comunidades.Amén.
(Basada en un texto de la teóloga feminista Rosemary Radford Ruether)



