Por: Edhen Mae R. Paranga F.I.
Mis experiencias en los Ejercicios Espirituales me permitieron encontrar al Dios que me ama incondicionalmente. Él me ancló en este amor cuando se manifestó a mí como un Padre amoroso y al mismo tiempo como un Buen Pastor. De estas imágenes surgió la confirmación de que soy la preciosa hija de Dios. Mis contemplaciones me llevaron también a tomar conciencia de su participación en todas mis empresas en la vida. Sin embargo, descubrí que a veces estaba cegada y absorta con tantas cosas que no reconocía su presencia y dirección. A pesar de su bondad, creé paredes de pecados entre nosotros que gradualmente me separaron de él. Mi pecado produjo gran dolor, vergüenza y remordimiento en mi corazón, pero Él me aceptó y abrazó de todo corazón sin ningún rastro de condena. Su amorosa mirada me dio la seguridad de que soy amada y perdonada.
Las gracias desbordantes de Dios me llevaron a un conocimiento interno de Jesús durante mi contemplación de Su Encarnación, especialmente cuando me imaginé participando en ese misterio. Creó un impacto profundo en mi vida porque Jesús tomó la forma humana, vivió una vida de pobreza y humildad, sufrió, murió y resucitó PARA MÍ. Su vida fue modelada y vivida de acuerdo con la voluntad del Padre y él dedicó su ministerio a la construcción del Reino. Abrazó y aceptó los sufrimientos y la muerte en la cruz de todo corazón como consecuencia de su amor POR MÍ. Su muerte no fue el final de todo; en cambio, ofreció un nuevo comienzo, una nueva perspectiva y una nueva vida. Su presencia gozosa y esperanzada después de su resurrección derritió mis temores, dudas e inseguridades y fortaleció mi confianza en él. Como hija de la Resurrección, fui invitada a convertirme en un testigo viviente de su amor, esperanza y alegría, especialmente a mis pobres hermanos y hermanas en la comunidad.
Mi corazón se llenó de mucha gratitud y amor por todos los incontables regalos y bendiciones que recibí de Dios. Me sentí más agradecida por todas mis experiencias y por todas las personas que me ayudaron a convertirme en la persona que soy ahora. Mis contemplaciones cambiaron gradualmente mi perspectiva y mi disposición en la vida como una Hija de Jesús, así como también mi sensibilidad a la voluntad y presencia de Dios en todo. Al mismo tiempo, esto me enseñó a ser más dependiente de él sabiendo que todo solo es posible con su gracia. Estaba consciente de que en el proceso de seguir sus pasos puedo caerme o tropezar varias veces, pero su promesa me aseguró para enfrentar el futuro con valor para continuar. Por lo tanto, en respuesta a su amor, hice una humilde ofrenda de todo mi ser como mi forma de expresar mi amor y gratitud hacia él. Toma, Señor y recibe toda mi libertad …