Al terminar este mes de octubre, nuestra Superiora general, Graciela Francovig, nos ha escrito una nueva carta en la que toca temas diversos que iremos desgranando en diferentes publicaciones.
Hoy recogemos el eco que le deja la celebración del Sínodo de la Sinodalidad y las preguntas que le surgen tras escuchar la homilía del papa Francisco. Están dirigidas a las Hijas de Jesús en este momento de preparación de la Congregación General y con las Congregaciones Provinciales próximas, pero es una reflexión válida para cualquier cristiano que quiera hacer camino de fe.
Estamos finalizando un mes rico de experiencia eclesial. Acaba de concluir en Roma el Sínodo de la sinodalidad, que hemos acompañado con nuestra oración y seguimiento. Agradecemos el fuerte trabajo en él realizado. En la Eucaristía de clausura hemos participado varias hermanas del gobierno y de la comunidad. La homilía del Papa Francisco ha sido muy oportuna, tomando el evangelio del domingo y refiriéndolo a este momento eclesial.
“La primera cosa que el Evangelio nos dice sobre Bartimeo es esta: está sentado mendigando. Su postura es la típica de una persona encerrada en su propio dolor, sentada al borde del camino como si no le quedara nada más que esperar que recibir algo de los muchos peregrinos que pasaban por la ciudad de Jericó con motivo de la Pascua. Pero, como sabemos, para vivir de verdad no podemos permanecer sentados: vivir es siempre ponerse en movimiento, caminar, soñar, hacer proyectos, abrirse al futuro. Entonces, el ciego Bartimeo representa también aquella ceguera interior que nos bloquea, que nos hace quedarnos sentados, inmóviles al margen de la vida, sin esperanza”[1].
Estas expresiones del Papa Francisco me hicieron pensar en nosotras y en el tiempo congregacional que vivimos. ¿Con qué postura me sitúo delante de una Congregación general o provincial? ¿Es posible que nos encontremos como este ciego “sentadas” en nuestros propios dolores, desesperanzas y desencantos? ¿Qué dinámicas de movimiento percibo en mí, en mi comunidad, en la Congregación? ¿Cómo está mi mirada? ¿Qué gracias y qué conversiones tengo que pedir al Señor para ser esa mujer libre que desea caminar sencillamente con sus hermanas y con otros, sin quedar encerradas en nosotras, sino abiertas a los dolores del mundo, a anunciar, a ayudar, a buscar vida para otros?
Dejemos que el Señor nos inspire esos caminos nuevos que nos invita a descubrir y recorrer juntas. Sólo en Él está nuestra esperanza… “… Él nos llama a una preciosa amistad hecha de diálogo, afecto, confianza, adoración. Ese Cristo con el corazón traspasado y ardiente, es el mismo que nació en Belén por amor, es el que caminaba por Galilea sanando, acariciando, derramando misericordia, es el que nos amó hasta el fin abriendo sus brazos en la cruz. En definitiva, es el mismo que ha resucitado y vive glorioso en medio de nosotros”. [2]
[1] Homilía Papa Francisco. Clausura Sínodo de la sinodalidad. 27 de octubre de 2024
[2] Papa Francisco. Carta encíclica. Dilexit nos, 51.