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Carta a Petra, de Lola Giménez fi

diciembre 11, 2016

Mi querida Petra:
Voy en el tren después de haberte dejado en Madrid. Con el vacío que deja tu ausencia y con muchos sentimientos que se van alternando, es como si se dieran la mano el dolor y la fraternidad, la pena y el cariño, el misterio y la esperanza… Pero ha sido fuerte también el agradecimiento: a Dios que te ha dado la Vida, a tu familia que te dejó su huella y marcó en ti una manera de ser, y a la Congregación que te ha ayudado a crecer, a tus hermanas, amigas y compañeros que tuvimos la suerte de compartir contigo trabajo, ilusiones, horizontes y hasta sufrimientos.
Todo ha sido para ti una ocasión para sonreir, escuchar, comprender, aceptar… Has sabido hacer la vida fácil, has conseguido transmitir felicidad y contagiar ganas de vivir. Has sembrado lo que ya empezamos a recoger…
Te he conocido y te he querido. Creo que sabía entender tu palabra condensada y llena de contenido unida a tu risa y tu carcajada que nunca la he sentido superficial… Muchas veces tu silencio hablaba y tus gestos y tu mirada eran capaces de hacer síntesis de la riqueza que llevabas en el corazón.
Cuando entraste a la Congregación, a la postura razonable de tus padres queriendo que terminaras el año que te faltaba para concluir tu carrera, estaba tu único razonamiento: “¡Es mi momento!”. También ahora Dios ha elegido su momento para ti, tu hora…
Me da mucha pena que no estés pero me alegro que ya hayas llegado. ¿Será porque te gustaba andar, porque necesitabas caminar? ¿Porque eras rápida en tus decisiones y proyectos?
La enfermedad paralizó sólo en la última etapa deseos y planes que estaban programados… y desarrolló más tu capacidad de comunicarte: hablaba tu silencio, tus manos, tus ojos, tus monosílabos…
Son imborrables tus últimas palabras conmigo. Estaban empapadas de un sabor universal porque me recordabas que terminaban los EE las del curso de renovación de Bolivia y había que mandarles un mensaje. En tus últimos momentos llegar con tu pensamiento donde ya no podrías ir.
Agradezco al Señor haberte acompañado en tus últimos ejercicios en septiembre. Estaba afianzada tu disponibilidad y era muy claro el principio y fundamento. Con altibajos de desolación pero con la evidente seguridad en el Dios que te sorprende y te ama y quiere que te pongas una vez más en sus manos El símbolo de la higuera que tan expresiva fue para definir tu momento y tu situación. Pero tu mente matemática se desvanecía con el evangelio. Y tu entrega estaba llena de generosidad, desprendimiento, elegías siempre un lugar para colocarte…
¡¡Gracias, Petra!! Ya no se oye tu risa desde fuera pero es como si hubiera quedado incrustada en el corazón como el mejor regalo que dan los amigos. No te olvides de lo que has dejado, de lo que has construido, de lo que has deseado y de lo que has querido.
En el silencio, sin palabras y sin risas y ante tu persona sin vida, he pasado por el corazón muchos momentos vividos contigo, muchas confidencias llenas de inquietud y de afecto… he escuchado lo que tantas veces ha sido tan importante en tu vida, esos deseos de seguir a Jesús…
Murcia, Elche, Madrid, Granada, profesores, Alcor y tanta gente que acudió a despedirte lloramos y nos consolamos. El Cristo de Javier te ha recibido y ha fundido su sonrisa con la tuya.
Nos hemos quedado con tu muerte y tú te llevas la VIDA. Di a la Señora que también a nosotras nos ponga junto a su Hijo. Vela para que seamos Hijas de Jesús según el deseo de la M. Cándida, mándanos alguna joven para suplirte y… como no existe el tiempo ¡¡pronto nos encontraremos!!
Mi abrazo está unido al de tanta gente que te echa de menos. Te quiere mucho tu hermana mayor

Lola Giménez fi

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