La Superiora General de las Hijas de Jesús, Graciela Francovig, se ha puesto nuevamente en contacto con todas las hermanas de la congregación a través de su Carta N°47. Es su primera carta circular del nuevo sexenio, después de este tiempo significativo que ha marcado la vida de la congregación de las Hijas de Jesús y en el marco de las recientes celebraciones: la fiesta de la Ascensión del Señor y la celebración congregacional del nacimiento de Juana Josefa, nuestra querida Santa Cándida María de Jesús, el pasado 31 de mayo.
Graciela comparte con sencillez y gratitud lo vivido en la Casa General en Roma, donde por más de un mes se reunieron hermanas de distintas partes del mundo para celebrar la Congregación General XIX. Fueron días de encuentro, discernimiento y experiencia de la cercanía de Dios mediada por personas y acontecimientos.
Tiempo de recomenzar
En su carta, la Superiora General expresa que todo lo vivido en este tiempo reciente llena de esperanza a la congregación y la impulsa a un «querer recomenzar».
“Cuántas expresiones de la cercanía de Dios Padre mediadas por acontecimientos y personas. Todo esto nos llena de esperanza y nos lleva a un ‘querer recomenzar’.”
Un espíritu de renovación que se hace presente especialmente en la espera de la Determinación, documento que orientará la vida y misión de las Hijas de Jesús en los próximos seis años. Al respecto nos dice Graciela:
“La Determinación, que pronto recibirán, es una gran alegría para todas. Es llamado e invitación del Señor para estos próximos seis años. Él sigue afirmando en nosotras su amor de elección y de predilección.”
Este llamado no es solo para las hermanas, sino también para los laicos que comparten carisma y misión, pues todos estamos invitados a anunciar a un Dios que es Padre, que cuida de todos, y cuya bondad nos hace hermanos.
Hacia un nuevo Pentecostés
Mirando el calendario litúrgico, Graciela recuerda que la fiesta de la Ascensión prepara el camino para Pentecostés, una celebración que invita a abrirnos a la acción renovadora del Espíritu. Ella desea que tanto la experiencia de la Congregación General como la llegada de la Determinación sean un nuevo Pentecostés para la congregación y para los laicos.
“El Espíritu hizo grandes cosas en nosotras y, creo, a través de nosotras. De eso hemos sido testigos en estos días en Roma.”
Invita también a mirar el corazón personal y a prepararse para recibir esta Determinación con apertura:
“¿Qué disposición personal tengo para recibir la próxima Determinación? ¿Creo en la novedad y frescura que puede venir de ella como llamada del Señor?”
Son preguntas que invitan a alimentar el deseo profundo de vivir desde la identidad de Hijas de Jesús.
La llamada a ser Hijas de Jesús
Como en otras ocasiones, la Superiora General recuerda las palabras de Santa Cándida y anima a dejar que nuestro nombre de Hijas de Jesús siga siendo una llamada permanente.
“Hay que alimentar el deseo. Ese deseo que nos repetía nuestra Santa Fundadora de ser verdaderas Hijas de Jesús. Dejemos que ese nombre sea para nosotras, nuevamente, una llamada: ser Hijas de Jesús.”
Gratitud y confianza
Para finalizar, Graciela dedica unas palabras de gratitud a todas las hermanas y laicos que han hecho llegar mensajes de cercanía, afecto y felicitaciones, tanto el 1 de mayo, día en que fue reelegida como Superiora General, como por la celebración del 180 aniversario del nacimiento de Santa Cándida.
“Sentir a hermanas y laicos con tanta cercanía y afecto en el Señor, me mueve a la confianza de que la obra es de Dios y en sus manos estamos.”
Y concluye reafirmando su entrega personal:
“En bien de la congregación seguiré dando mi vida, frase que pedí a la M. Cándida el día de mi incorporación definitiva a la Congregación.”
Un mensaje para este tiempo
Esta carta es un signo de esperanza, comunión y envío misionero en este nuevo tiempo congregacional. Nos invita a alimentar el deseo de ser verdaderas Hijas de Jesús y a abrirnos con confianza al soplo del Espíritu en nuestras vidas.
Que este nuevo Pentecostés congregacional sea también un Pentecostés personal y comunitario.



